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Venecia se adentra en "Bogotá Story", una familia entre dos mundos

Inspirada en una decisión familiar que la marcó.

El cineasta colombiano Esteban Pedraza ha sido el único latinoamericano que este año ha logrado colarse en la sección de cortos del Festival de Venecia con "Bogotá Story", inspirada en una decisión familiar que la marcó: abandonar o no una Colombia violenta para emigrar a los Estados Unidos.

"El corto surge por inspiración de mis papás. Toda mi familia es de Colombia y yo nací en Miami, pero viví un tiempo en mi país cuando era un bebé y vuelvo cada año varias veces a visitar a mi papá, que sigue en Bogotá", explica el realizador a EFE en la Mostra veneciana.

Pedraza (Miami, 1990) es el único latinoamericano en la sección de cortos del prestigioso Festival de Venecia, aunque el español también se escucha en "Aitana", de la española Marina Alberti.

"Bogotá Story" recoge el conflicto entre una pareja de jóvenes padres en una Bogotá en la que resuenan las bombas del narco en 1992: ella, Pilar, recibe la oportunidad de trabajar en Estados Unidos pero su marido, Alejandro, no quiere dejar su ciudad natal.

La madre tiene solo tres días para responder, lo que pondrá a la pareja al borde del precipicio mientras en su casa se asoman otros problemas de aquel entonces, como el desabastecimiento de luz y agua.

La idea, apunta el realizador, era trasladar a la pantalla "un conflicto" entre los sueños y ambiciones personales de una mujer y el "deber a una familia, a su hija y a todo lo que tiene alrededor".

Por eso decidió ambientar este "cuento" en aquella época conflictiva: "Era el momento perfecto para la historia porque mezcla el conflicto externo con el interior de los personajes", alega.´

Y para acentuar esa elección estética rodó en 16 milímetros, que oscurece las partes más apagadas y confiere a la cinta un tono más lúgubre y frío, aumentando su dramatismo.

Pedraza confiesa que esta es una trama muy personal e inspirada por sus propios padres. De hecho, él nació en Miami después de que su madre decidiera dejar su país, aunque su padre se quedó. Por eso él es un colombiano que reside actualmente en Nashville, Tennessee.

El amor de este joven director por el cine nació "un poquito tarde" cuando tenía 18 años, en el último curso de bachillerato, y entró en un curso de teatro.

Pero ahora esa pasión, fraguada a la luz de maestros como Kubrick, Fellini o Scorsese, le ha llevado al Festival de Venecia (y a padecer en su estómago el efecto de los nervios, confiesa).

"Es como estar en un cuento de hadas. Es surrealista y creo que cuando vuelva al mundo no acuático, me parecerá un sueño dentro de otro sueño", celebra.

"Estoy muy agradecido y es un honor poder representar a Colombia en Venecia y ser el único latinoamericano en los cortos", confiesa.

Su paso por la Mostra a buen seguro le animará a seguir el camino del cine y, promete, ya tiene preparado el guión de su primer largometraje que de nuevo será personal y transcurrirá entre sus "dos mundos", aunque por el momento no puede decir nada más.

EFE

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