La escritora cartagenera Nadia Celis con su obra “Crónica de un amor terrible”
La escritora cartagenera Nadia Celis con su obra “Crónica de un amor terrible”
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“Crónica de un amor terrible”, de Nadia Celis

La obra busca ser, de algún modo, una respuesta a “Crónica de una muerte anunciada”, de García Márquez.

Por Adalberto Bolaño Sandoval

“Desenredar y buscar la verdad de lo humano”, o mejor, de la mujer ofendida; o mejor, mostrar la violencia contra el género femenino, podría ser el otro título/tema de este libro. O mejor:  la resurrección de la verdadera Ángela Vicario: Margarita Chica. Pero, en realidad, da para muchos frentes más. En fin, “Crónica de un amor terrible” es un libro profundo y bien escrito no solo por lo bien investigado, sino, sobre todo, por su escritura abierta, sutil muchas veces; reflexiva, en otras, y que contiene una montaña rusa de exposiciones y proposiciones bien encaminadas, las cuales permiten encontrar un discurso bien argumentado y persuasivo, entre otros logros más. Busca ser, de algún modo, una respuesta a “Crónica de una muerte anunciada”, de García Márquez, en algunos aspectos.

Recordemos que la génesis de esta novela, en la realidad, tuvo lugar hace 73 años, en 1951, al presentarse la muerte por acuchillamiento de Cayetano Gentile, por parte de los hermanos Chica Salas, ante la deshonra de su hermana Margarita, cuyo cónyuge, Miguel Reyes Palencia, la “devolvió” por no encontrarla “virgen”. Margarita culpó a Cayetano, quien cinco años atrás había sido su novio y con quien había tenido aparentemente relaciones sexuales. Tras ello, los hermanos Chica cobraron el honor con la muerte de Gentile.

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García Márquez, 30 años después, convirtió esos hechos en “Crónica de una muerte anunciada”, que conllevaría, para las personas incursas en ese contexto social, una serie de situaciones contradictorias y difíciles, luego de la publicación. Y después también. Y aunque la obra señaló muchos prejuicios culturales, especialmente de responsabilidad colectiva, detrás de ella se encontraba un universo cultural cuya ambigüedad escondía no solo el maltrato físico y psicológico sufrido por las mujeres, sino una cadena de ecos y malinterpretaciones que no terminan por sanar, aparentemente, hasta este libro.

En tanto, “Crónica de un amor terrible” nació de una visita y lectura accidental que la autora, Nadia Celis, realizó a la biblioteca de la Harry Ransom Center de Austin, Universidad de Texas, lugar donde se encuentran guardados los archivos personales de Gabriel García Márquez. Allí halló el segundo borrador de Crónica de una muerte anunciada (1981), así como el epílogo que el autor de Cien años de soledad había eliminado y que posteriormente se convertiría en el texto “El cuento del cuento”. Los descubrimientos de esos escritos de García Márquez se convirtieron en un fuerte acicate para Nadia Celis, quien ya venía escribiendo artículos académicos relacionados con el papel de la mujer en la literatura garciamarquiana, los cuales dieron pie para proseguir posteriormente con la historia y vida real de los personajes principales de la novela y darlos a la luz pública a través de clarificaciones y relecturas de la obra generadora de esas reflexiones, así como una investigación de campo donde se presentaron y revisaron los hechos reales y los ficcionales.

Nadia Celis, escritora cartagenera

Nadia Celis es una investigadora cartagenera de literatura del Caribe, de cuyos esfuerzos académicos surgió su muy elogiado libro La rebelión de las niñas. EL Caribe y la “conciencia corporal”, resultado de su tesis doctoral en Letras, laureada en la Universidad de Rutgers, The State University de New Jersey. También se graduó en Estudios de Género y Mujeres. Es profesora asociada en Bowdoin College (Brunswick, ME), donde enseña literatura y cultura latinoamericana, caribeña y latino estadounidense. La rebelión de las niñas es un relevante estudio de cinco autoras del Caribe continental e insular: las colombianas Marvel Moreno y Fanny Buitrago, las puertorriqueñas Magali García Ramis y Mayra Santos Febres, y la venezolana, Antonia Palacios, en el que se plantea dos situaciones: el abuso infantil en el Caribe español y cómo contribuye este a construir los imaginarios alrededor del cuerpo en la literatura caribeña.

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Quizá, de manera simple, una de las fuentes del libro (posteriores, por supuesto) sean unas declaraciones de Nadia Celis a El Heraldo: “A Margarita nadie la quiso oír y quienes la oyeron prefirieron no creerle”, de lo cual ella infiere que el escritor del Magdalena recargó su fuerza en exaltar a Margarita Chica (Ángela Vicario) como una engañadora. Detrás de ello, se generaron grandes contradicciones.  Escrito bajo criterios feministas, el texto de Nadia da cuenta del lado “real” de la novela de Gabriel García Márquez, y busca desentrañar el mundo y las muchas personas que rodearon a los protagonistas de carne y hueso de esta novela, pero, sobre todo, descubrir la trama profunda y la memoria perdida de esos hechos que trascendieron lo anecdótico de una situación de “honor” en la población de Sucre, departamento de Sucre.

Es allí donde el texto de Celis es sugestivo y declarativo y muchas veces abierta y respetuosamente crítico con el premio Nobel de literatura. A estas alturas, ha habido muchos contradictores de la obra garciamarquiana: desde visiones cerradamente patriarcalistas, aristocráticas, antiurbanas, por inventar un “realismo mágico” “retardatario” o por no representar cosmovisiones pertenecientes a la literatura urbana y cosmopolita. O por crear y desviar, a través de imitadores, la literatura de Latinoamérica y muchos lugares del mundo. Por no hablar de sus incontables “herencias”. En fin, de todo en el jardín del Señor. Pero eso es normal, pues hasta Cien años de soledad no fue aceptada inicialmente por los sacerdotes canonicistas de la “Atenas suramericana”.

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El fundamento y resumen del libro de Celis podría ser este: el rescate humano de una mujer (Margarita) mancillada y separada de/por una sociedad machista que la desdeña y humilla (estoy hablando  todavía del pasado y el presente), cuando, realmente, buscaba su autonomía y liberación, todo ello en medio de un entorno patriarcal donde se gestó dicha historia, en la que las casualidades (y no la tragedia) dio fin a la vida de un hombre en nombre del “honor”. Así mismo, postula que ese mismo hábitat generó líneas de fuga que ni el mismo García Márquez pudo prever y objetar, ante lo cual, de algún modo, dejó abierta una puerta presuntamente patriarcal en esta y varias obras más.

Una de las dichosas venturas para los seguros lectores (esos no acostumbrados, aunque, ¿no tendría que, necesariamente, ser así?) que afronten este texto, es el de no ser netamente académico, y que, por ello, tiene varias ganancias: la primera: representa varios viajes: el primero, escritural, en forma de crónica y reportaje, lo cual lo vuelve una lectura agradable y sin citas ni notas, mientras la autora se desdobla como cronista y reportera. Segunda: constituye un viaje a las zonas donde se realizaron los hechos reales vueltos ficticios, que envuelven no solo las Costa Atlántica, sino el país y Estados Unidos. Tercera: viaje a las almas de las personas que participaron en la reconstrucción de los datos, porque, esa óptica, también, contribuye a ahondar en el ser de esos personajes, entre ellos los propios García Márquez.

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Cuarta ganancia: viaje literario, pues Nadia Celis estudia, compara y reconstruye la novela desde diferentes ángulos y la coteja con la vida de las personas y los personajes. Segundo viaje: el primer capítulo da las claves también: el texto es un texto autobiográfico y etnográfico, como indica el antropólogo Clifford Geertz que deben adoptar los antropólogos: yo estuve ahí, que significa dar cuenta con el aquí y el ahora de la historia investigada. Sexta: lleva de la mano al lector hacia los diferentes capítulos, como nodos diferentes e interconectados al mismo tiempo.

Es un texto, entonces, dialógico, lleno de suposiciones y superposiciones sobre el actuar de las diversas personas y las especulaciones que surgieron entre varias de ellas, presuponiendo sobre si Margarita Chica hubiera dicho la verdad de lo sucedido en Sucre, Sucre, con los amores de su novio y si este fue verdaderamente con quien tuvo relaciones prematrimoniales. En realidad, el libro narra esa búsqueda: ¿quién fue? Y, se vuelve, así mismo, entonces, en indagación, exploración: ¿por qué García Márquez se desentendió y creó tantos malentendidos?, y, ¿sin darse cuenta?”. Otras preguntas: ¿Cómo enfrentó la prensa esas situaciones sucedidas? ¿Cómo trataron a Margarita Chica? ¿Quedó su cuerpo, su vida limpia? Este libro es un largo recorrido por afirmar su pensamiento y acciones, por salvarla después de más de 70 años de implicaciones negativas.

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Pero revisemos otras materias más: detrás de “Crónica de un amor terrible” y sus cuestionamientos, existen fuentes de conocimiento teórico que contribuyen a darle poder a sus afirmaciones: Celis retoma de manera enfundada, de forma sutil (esto lo propongo) lo planteado en su libro La rebelión de las niñas a partir de algunos elementos: los poderes (simbólicos y reales) que inmovilizaban al sujeto infantil/adolescente (de La rebelión), lo transforma en “Crónica de un amor terrible” en la puesta en escena de un ser, de un cuerpo que vive (el de Margarita Chica), visible, pletórico en su afirmación y liberación. Se le opone al de la novela, donde se le invisibiliza y abusa desde, según lo expresa Margaret Shrimpton Masso, en su situación individual, en concordancia con “la relación de la ficción y la construcción simbólica del cuerpo”.

Al respecto, leamos una de las afirmaciones de Nadia Celis sobre García Márquez: “la representación de la protagonista evidencia en últimas el desconocimiento por parte del escritor de la mujer a la que, en otra intrigante inconsistencia entre realidad y ficción, eligió no comprender mejor”. Por ello, tras Margarita Chica, se “agazapa, pues, la historia de la esposa devuelta, la violencia de la que fue objeto y los “terribles” amores que justificaron esa violencia”. Así mismo, al colectivo del pueblo como “cuerpo social” se le presenta como un ente de apariencia “inconsciente” de responsabilidades, antes que nada irracional, que no hizo nada por evitar la muerte de Cayetano Gentile y así evitar las diferentes situaciones que se generaron tanto en la ficción como en la realidad.

Si aplicáramos textualmente las palabras de Margaret Shrimpton Masso a Crónica de una muerte anunciada en su reseña a La rebelión de las niñas. EL Caribe y la “conciencia corporal” respecto a las cinco autoras estudiadas por Nadia Celis, en “Crónica de una muerte anunciada”, pero también a Ana Magdalena Bach y Margarita Chica, en En agosto nos vemos”, ellas  “exponen y denuncian las situaciones de abuso, el lenguaje de subyugación, los controles familiares y patriarcales y la negación del cuerpo como lugar de expresividad”. De igual manera, como muchas mujeres más, estos personajes “crean espacios, experiencias, lenguas y filosofías propias: validan el cuerpo y permiten pensarlo y activarlo como agente de libertad”.

De la lectura feminista de Nadia Celis nos queda lo siguiente, a partir del epígrafe que utiliza de Gloria Anzaldúa, en Bonderlands/ La Frontera, una relevante escritora y teórica chicana: parafraseemos que Crónica de una muerte anunciada conlleva un duelo entre una sociedad opresora frente a las mujeres y minorías oprimidas, lo que genera actitudes de violencia, en muchos casos por cuestionamientos a la autoridad cultural. Ello podría significar una actitud de reacción, pero que puede superarse, al ponerse del otro lado de la orilla, olvidarse de la cultura dominante y cruzar territorios inéditos y separados o seguir diferentes itinerarios. Para ello habría que abandonar la situación opuesta y encontrar la sanación al encontrarse y entender ambas propuestas. O no antagonizar nada. Supongamos que el texto de Nadia busca eso. O mejor: busca una ética del compromiso, de decir la verdad, aun para contradecir a todos aquellos que se equivocaron: incluso, García Márquez.

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