En la foto, el maestro Rafael Mejía Romani y en la otra sus tres hijos:  Ricardo, Ana y Astrid Mejía.
En la foto, el maestro Rafael Mejía Romani y en la otra sus tres hijos: Ricardo, Ana y Astrid Mejía.
Foto
Archivo particular

Share:

Centenario del natalicio del maestro Rafael Mejía: una vida entre paisajes y guitarras

Esta noche, a las 7:00 PM, a través de la Fundación Rafael Mejía Romani (@FundacionRafaelMejíaRomani) hashtag #Los100DeRafa, su nieto Rafael Benítez Mejía cantará a capela los éxitos del maestro.

Por: Carlos Ramos Maldonado

Hoy 26 de marzo cumpliera cien años de haber visto por primera vez la luz el maestro Rafael David Mejía Romani, en los tiempos en que aun en Barranquilla las brisas del Caribe alborotaban las calles arenosas y los techos de paja del Barrio Abajo, sector primitivo de la urbe en cuyo extremo hacia los caños transitaba un tren a vapor que olía a café.

Sus primeros suspiro y grito en aquella madrugada del callejón Primavera entre calles Cisneros y San José despertó a los vecinos, pues se escuchó todo como melodía inédita y premonitoria que ayudaría a cambiar la historia musical del país.

El padre, Francisco Mejía De la Hoz, era guitarrista y con su trío Remembranza sería el primer artista presentado en la radio colombiana: de ahí la vena cuerderil. Y su madre, Hermelinda Romani, de ascendencia italiana, impregnó el gusto por lo clásico y señorial.

Ya muchacho, Rafael David se formó en el Colegió Ribón, primera institución educativa pública de Barranquilla, que funcionaba en una edificación construida por la Colonia Alemana antes de la Primera Guerra Mundial y expropiada para esos tiempos. Entonces, todo le quedaba cerca: la casa, el colegio y la zona comercial de la ciudad, y allí en algunas esquinas de este último lugar se encontraban los músicos para desarrollar sus tertulias y ensayos, entre ellos su padre, a quien acompañaba con mucho interés de joven aprendiz, un verdadero nerd. De ese tejido artístico nutrió su vocación y creatividad, acopiando en su conocimiento neófito los saberes y horizontes musicales tanto andinos como costeños.

Fue en ese ambiente, aunque ya con su familia trasladado al barrio Boston, donde comenzó a visitar radiodifusoras, también ubicadas cerca: la Voz de Barranquilla, Emisora Atlántico y La Voz de la Patria. En la primera conoció a Sarita Herrera, quien en poco tiempo viajaría a Nueva York contratada por la discografía Víctor, y a Esthercita Forero Celis, quien había nacido tres meses antes que él apenas unas cuadras de su casa nativa, por lo que también cediendo a las inquietudes de niños traviesos habían trepado palos de matarratón, de mango y níspero, habían cogido flores de bonitas batatillas, sentido el olor de la guayaba y atravesado con saltos de paco-paco el arroyo de La María. Esthercita se dedicó después al canto y a la composición y con su preciosa voz retozó el Caribe y Las Antillas, pero al final regresó por la nostalgia de los secretos de su “Luna Barranquillera”: “Es mi luna bonita… /morenín, morenita…”

El Trío Serenata

Tañendo su guitarra o el tiple con su amigo Julio Samudio de compañía, Rafael Mejía formó el Dúo Sentimiento, con el que animaba fiestas y parrandas populares propias de la época, pero también con el trío de su padre y estilos más andinos y extranjeros, especialmente bambucos, pasillos y boleros (aunque a veces acuñaba las no tan apetecibles cumbias, en esos tiempos), amenizaba eventos en los clubes sociales de la Ciudad. En esas rondallas criollas fue que conoció a Ramona Padilla, una joven y bella sirena de río proveniente desde niña de la población de Pedraza, de allá de donde salen las tarullas que navegan de manera irretornable hacia Bocas de Ceniza.

Pareciera que de ahí nació su primera inspiración: “Quinceañera”: “La de labios como flor en primavera/ la que tiene en su mirada placentera/ lumbre de estrellas de un cielo tisú”, bolero que después grabarían Pepe Triviño y el boliviano Raúl Shaw Moreno, este último voz prima de Los Panchos.

Entonces, la vida la vio más en serio y asumió con profesionalismo la música. A su grupo sumó a Eladio Barrios y constituyó el Trío Serenata bajo la tutoría del compositor Rafael Roncallo Vidal para actuar en el radioteatro de Emisoras Unidas, que quedaba en la calle Jesús con el callejón Progreso, cuyo locutor estrella era Alfonso Rosales Navarro. Después se integró con Carlos Fontalvo, el popular Morrocoyo, y el maestro  Manuel Pacheco, y más tarde, casi al final, con Ángel Monsalvo y Guillermo Argote. En algunas ocasiones el grupo acompañó a Sarita Montiel, Felipe Pirela, Johnny Albino, Eva Garza, Lucho Gatica, Miguel Aceves Mejía, Toña La Negra, Héctor Cabrera, Libertad Lamarque, quienes cada vez que visitaban la ciudad lo buscaban para compañía.

En vista de los triunfos, Roncallo Vidal hizo la gestión para que el Trío tocara en Emisora Fuentes de Cartagena y grabara en la discografía del mismo Antonio Fuentes.

En la entrevista que este periodista le hizo al mismo Rafael Mejía para la revista WeekEnd del desaparecido Diario del Caribe y para Emisoras Riomar de Todelar, en Marzo de 1983, sobre el tema el maestro comentó: "Toño Fuentes era un gerente que no estaba en su oficina cuando se estaba grabando, sino que andaba atento a todas las canciones, a las melodías, a los arreglos, a las letras, aspectos muy importantes dentro de la producción musical; por eso su empresa avanzó tan rápido y desarrolló una época muy gloriosa para la música  colombiana en la que resurgieron, entre otros, Los Corraleros de Majagual y La Sonora Curro". 

“Es que él también era músico, tocaba una guitarra hawaiana en el conjunto Isla, en el cual yo también formé parte. Yo creo que si los gerentes de las empresas fonográficas de actualidad tomarán esto como ejemplo, la música colombiana cogiera otro giro, porque nuestra música está en decadencia, está perdiendo su prestigio internacional.”

En esos primeros trabajos discográficos se incluyeron los boleros de Roncallo Vidal “Canción para ti”, “Desesperanza”, “Ocaso” y “Corazón”, otros del propio Rafael Mejía, como “Lo manda el corazón” y “Triste sin ti”, y deja de ser inédito uno de los primeros porros que invaden el escenario citadino del país: “Paisaje”: 

“Hay que ver el sol / hay que ver el sol / hay que ver el sol cuando se oculta en la montaña. / Hay que ver lo azul / /hay que ver lo azul/ hay que ver lo azul que se queda allí en mi tierra. / Qué lindo paisaje / qué lindo paisaje / qué lindo paisaje forman la pradera…/ Todos son encantos / todos son encantos / todos son encantos de la tierra mía…”.

Este tema ha sido grabado numerosas veces: Bovea y sus Vallenatos, la orquesta venezolana Billo´s Caracas Boys, el cubano Bebo Valdés, el mexicano Rafael de Paz, Claudia de Colombia y Joaquín Bedoya, entre otros

¿Maestro, cómo le ha ido con las regalías? –Pregunté en aquel entonces.

Bueno, generalmente me giran cada seis meses. Mis negocios en este aspecto los maneja Codiscos, aunque yo no soy artista exclusivo de esa firma. Lo que sucede es que ellos ganan un porcentaje y representan mis composiciones en el exterior, ya que por toda América y Europa he grabado y sería imposible que yo cobrase esas regalías. Los pagos del exterior son muy buenos y puntuales, lo que no sucede con los de Colombia, donde algunas casas disqueras no se acuerdan que los compositores  también comemos. 

“La Escuela del Porro”

El ambiente musical del Caribe colombiano a mediados del siglo pasado, y de Barranquilla en especial, fue muy propicio para la producción discográfica, pues fue realmente en Cartagena y Barranquilla donde se prensó la gran mayoría de las creaciones tropicales, no solo por contar con las más importantes casas disqueras, como Fuentes en Cartagena y Tropical en Barranquilla, más Majestic y Odeón, que comerciaban acá, entre otras, sino por el surgimiento de compositores y músicos que enriquecieron el paisaje cultural de la región y del país. Fueron los tiempos en que las ciudades acogieron, además de la producción propia del Litoral (podríamos tomar como modelos de esa transición musical de lo pueblerino a lo citadino al porro y a la cumbia), las andinas y extranjeras, y comenzó también a exportarse a mediana escala nuestras composiciones e interpretaciones. 

La lista de personajes actores de este proceso es larga, pero por reducción textual vamos a referirnos a unos tantos, que los investigadores musicales podrían ampliar en sus comentarios. Pacho Galán, en el pedestal, Lucho Bermúdez, Esther Forero, Efraín Orozco y Rafael Mejía, más otra pléyade de autores que engalanaron el catálogo con porro, ese sentido musical sabanero sacado de la cumbia y el paseo, en formato orquestal urbano que con sus paisajes melódicos nos colocaron más cerca de las estrellas. 

En estos “paisanos de paisajes” que crearon en conjunto estilo o escuela, existe mucho parecido en cuanto a los elementos inspiradores, no por la influencia de uno con respecto al otro, porque parecían ser contemporáneos, sino tal vez por la influencia costumbrista, de la poesía naturalista hecha canción, de “Las brisas del valle”, como lo detalla Campo Miranda; o “la tierra de amores… que tiene luz y ensueño bajo su cielo”, según Lucho Bermúdez; o de esa “Luna Barranquillera” que inspiró a Esthercita Forero; la misma luna que alumbra cuando “me voy pa´la montaña”, según Efraín Orozco; o el sentir de “la brisa tropical a orillas de la mar”, que enamoró a Pacho Galán; y para Rafael Mejía el mismo elemento natural, y el mismo sol, que son encantos “de la tierra mía…” 

De izq a der: Ricardo Mejía (hijo mayor), Ramona Padilla de Mejía, Rafael Mejía Romani, Astrid Mejía (Hija menor), Alex Pérez Mejía (primogénito de Astrid y Wilson - nieto de Rafael Mejía), Wilson Pérez (Difunto esposo de Astrid), Elizabeth Pérez Mejía (hija menor de Astrid y Wilson - nieta de Rafael Mejía)

 


“Carrusel de colores”

Cumbia sobre el mar” es la canción del maestro Rafael Mejía que más se ha escuchado en Barranquilla; es una combinación perfecta entre música y letra, inspirada en un carrusel de colores, esa armonía existente entre paisaje y belleza femenina, con una modelo que marcó una historia en la Ciudad. Martha Ligia Restrepo, reina eterna de Colombia y del Carnaval (1962 y 1963, respectivamente), miembro de una dinastía que tuvo otras beldades, su hermana Luz Elena Restrepo en 1967 y su prima Silvana González en 1981. Martha, la reina, era una joven muy cercana a la familia Mejía Padilla y apenas era candidata en Cartagena cuando la iluminación poética brotó.

“Recuerdo que mi mujer, durante los días en que yo estaba inspirado en esa canción, me notaba una sonrisa permanente y me preguntaba, maliciosa, qué sucedía, pero yo no sabía explicarle: era la canción que me estaba saliendo, era un poema que nacía con ritmo de cumbia”, contestó a este cronista el día del interrogatorio periodístico.

La primera grabación se hizo en los estudios Atlantic de Barranquilla con el Trío Serenata, integrado entonces por los hermanos Rodríguez Moreno: Tomasito, Efraín, Pompilio y Lucho, con la voz de Leandro Torres. Después ha sido grabada por muchas agrupaciones extranjeras: Los Melódicos, Carmen Rivero, en los Estados Unidos; Pablo Beltrán Ruíz, en México; el Cuarteto Imperial, Arpa Venezolana, Marimba Panamericana, etcétera, y de  Europa he recibido regalías por las grabaciones de este disco, pues todavía suena. En el programa “300 Millones”, de España, se pasó hace algunos días”, remató a este cronista durante la entrevista en su fresca casa del barrio Olaya.

“una vez me quedé/ ay, dormido en la playa

y allí yo soñé/ que del cielo bajaba

un enjambre de estrellas y la luna plateada…

Y las olas del mar con su luz salpicaba

Y en el mar divisé una Cumbiamba:

Era Marta, la reina que mi mente soñaba. …”

Ana (Lolita) Mejía Padilla, una de sus hijos (los otros son Ricardo, quien fue pianista de Los Super Star, y Astrid), recordó en una conversación para Radio Cultural Uniautónoma la semana pasada, que su padre había hecho otras canciones a reinas de belleza: a Carmiña Moreno, virreina nacional en 1955 y reina del Carnaval al año siguiente le escribió el primer porro de su autoría, “Carmiña”, grabada inicialmente por Aníbal Velásquez, y a Adela Segovia, “Adelita”, reina del carnaval en 1954.

Hoy, 16 años después de su muerte (falleció 18 de junio del 2003), sus descendientes han organizado una fundación que lleva su nombre para mantener su legado, con una tarea inicial encomiable, digna de apoyar: rescatar el Parque de los Músicos, pues allí, como muchos otros, consolidó su carrera el maestro Rafael Mejía cuando tocaban frente al Restaurante Chop Suey, y precisamente esta noche se hará un concierto especial, teniendo en cuenta las circunstancias especiales que vive la sociedad mundial por razones de la peste Coronavirus, un evento virtual que animará a capela su nieto Rafael Benítez Mejía, también músico, interpretando gran parte de su repertorio, entre los que cuentan las canciones, además de “Paisaje”, “Cumbia sobre el mar” y “Quiceañera”, “Despierta Corazón”, “Por Dios que eres bonita”, “Más y más”, grabadas estas últimas por Los Isleños de Óscar Fajardo, Santander Díaz y Gastón Guerrero;  “Arroyito Campesino”, un bambuco que grabaron Víctor Hugo Ayala y Armando Velásquez, y “Rico Merecumbé”, interpretado por Pacho Galán y La Billo´s, 

Consejo final: Quédense en casa y no se pierdan este programa.









 

 

 

Más sobre este tema: