Matilde Herrera bailando mientras canta un juego palenquero.
Matilde Herrera bailando mientras canta un juego palenquero.
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Cristian Mercado

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Carnaval, Patrimonio Oral e Inmaterial: desde Palenque, Matilde Herrera su embajadora cultural

El legado de los afrodescendientes en la fiesta más importante del país es portado con orgullo desde hace más de 35 años por esta hacedora de la fiesta.

¿Qué sería del Carnaval de Barranquilla sin el legado de los afrodescendientes?, definitivamente algo “insípido” e inconcebible. Su energía liberadora y alegría genuina son tan imprescindibles como la fiesta misma, porque en ella esta comunidad, oprimida por muchos años, encontró un escenario donde hacerse escuchar y ser finalmente representados por voces sólidas como la de Matilde Herrera.

“Los negros tenemos mucha alegría y transmitimos eso a las personas ya que queremos nuestra cultura y nos sentimos bien haciéndolo”, mencionó Herrera.

La hacedora del Carnaval Matilde Herrera.

Entregada a la carnestolenda desde hace más de 35 años, fundadora/directora del grupo folclórico Kumbé y nombrada embajadora de la cultura palenquera ante el mundo, son algunos de los logros alcanzados por esta valiosa mujer, que expone orgullosamente su herencia africana.

‘Mati’, como es conocida cariñosamente, exhala arte y cultura por cada poro de su piel de ébano. Entrar a su morada es toparse con cuadros coloridos, fotografías con personajes ilustres y un desorden bohemio que delata su ocupación. Vestuarios de danzas folclóricas se han convertido prácticamente en la decoración intencional de su sala de estar.

Matilde Herrera en medio de un ensayo con su grupo Kumbé.

Una corona de tela cubre día y noche su cabello. Ya sea sentada en la comodidad de su sofá o en medio de un agitado ensayo, el turbante la compaña siempre, haciendo las veces de una nueva extremidad.  

El mapalé, el seresese, el son de negro, el bullerengue, la chalupa, son danzas y sonidos que año tras año hacen presencia en la celebración y contribuyeron a la consolidación del Carnaval de Barranquilla como Patrimonio Oral, Material e Intangible de la Humanidad, aseguró con determinación la hacedora, al tiempo que recalcó el significado especial que guarda la fiesta para la comunidad afrocolombiana.

“La expresión que sentimos nosotros es de libertad porque los negros no tenían derecho ni a hablar”, explicó ‘Mati’, tomando como referencia al son de negro (oriundos de Santa Lucía, Atlántico), quienes hacen muecas y contorsionan sus cuerpos de forma burlesca siguiendo el compás del tambor o las palmas.

Matilde Herrera, hacedora del Carnaval de Barranquilla.

Si hay algo que caracteriza al barranquillero es la soltura a la hora de expresarnos, siendo un rasgo muy común estirar la boca como gesto de indicación o para dejar claro que no creemos en lo que el interlocutor está diciendo, mofándonos. Es allí cuando notamos el peso de las manifestaciones culturales, y que claramente están impregnadas a nuestra idiosincrasia, aunque a veces no nos percatemos.   

La fiesta “es un espacio de reivindicación de los negros porque ahí podemos transmitir y hacer todo lo que queremos”, “en el Carnaval mostramos a Barranquilla y al mundo todo lo que valemos y todo lo que somos”, sentenció Matilde.

Carnaval, sentido de existencia

Hace casi cuatro décadas llegó al Colegio Militar Acoolsure para dar clases de ciencias sociales. Sin embargo, ocasionalmente hacía montajes de baile que dejaban en evidencia su destreza artística. Por tal motivo los instructores militares le sugirieron ser profesora de danza, sin imaginar que la institución bautizaría un festival intercolegial folcórico con su nombre, durante más de 25 años.

Es así como la hermosa palenquera se dio cuenta que “esto era lo suyo” y encontró sentido a su existencia a través del Carnaval, “metiéndose poco a poco en la celebración” para mostrar “otra parte de Palenque”. Visión que ha plasmado desde 1995 con su grupo Kumbé.

Matilde Herrera en medio de un ensayo con su grupo Kumbé.

Llegó Matilde con su Kumbé

El don de ser artista viene acompañado generalmente de una sensibilidad aguda y filantropía inevitable, y Matilde no es la excepción. Su pasión se entrelazó con su vocación: servir a la comunidad, siendo Kumbé el punto de convergencia.

Kumbé surgió a raíz de un grupo de palenqueras que hacía parte de una organización de comunidades negras. Las mujeres se preocuparon por que sus hijos, habitantes de barrios como El Valle, San Felipe y Nueva Colombia, no siguieran malos pasos, y en vez de eso “estudiaran y se prepararan”.

Integrante de Kumbé bailando en el desfile de Guacherna 2020.

Hoy conforman sus filas más de 50 parejas de bailarines entre los que se encuentran médicos, abogados, un diputado y un director de temas étnicos, que reciben educación para representar a la cultura no solo en el ámbito cultural y académico, sino también en aras de obtener mayor participación política de forma organizada.

Asimismo, lleva un proyecto a barrios y colegios del sur de la ciudad para transmitir a los niños conocimientos sobre la cultura palenquera y su rol en el Carnaval, con intención de que además de conocerla, se identifiquen con ella, puesto que “cuando uno conoce, uno respeta”.

Integrante de Kumbé bailando en el desfile de la Gran Parada de Tradición 2020.

Desde Palenque con amor

Sus primeros coqueteos con la danza los dio al lado del reconocido coreógrafo barranquillero Carlos Franco y su academia, con la que atravesó fronteras.

Herrera acompañó a Gabriel García Márquez a recibir su Premio Nobel en 1982, de igual manera conoció a Felipe VI, actual Rey de España, a quien llamó la atención por su atuendo de palenquera, imagen que se ha convertido en símbolo nacional como lo es el café.

Matilde Herrera enseñando fotos de experiencias que le ha traído la danza.

Alemania, España, Suiza, China, Johannesburgo, Zambia, Brasil, Argentina, República Dominicana, Haití, entre otros países, han sido lugares a los que esta hacedora ha llegado para brindar cátedras socioculturales sobre la carnestolenda y la cultura afrocolombiana.

Escucharla hablar sobre el legado de su gente a la fiesta más importante del país es dejarse llevar sin oposición alguna, como cuando los padres de familia en un intento por enseñar a sus hijos a escribir, empuñan su mano sobre la de ellos para guiarlos.

Vieja foto de Matilde Herrera en uno de sus viajes al extranjero.

Con respecto a la hibridación cada vez más frecuente en sonidos originalmente africanos como la champeta, esta hacedora lo “admira y respeta”. Sin embargo, prefiere escuchar temas más autóctonos interpretados por Viviano Torres o Justo Valdez.

Entre más local, más atractivo para el mundo

“En el exterior valoran mucho lo que hace la mujer palenquera, lo que hacen los grupos de Barranquilla”, señaló Matilde sobre las experiencias que ha podido saborear lejos de casa.

Y es que la oralidad tiene un papel destacado tanto en la carnestolenda como en Palenque. Esta manifestación es precisamente la que mantiene viva la tradición.

Su voz pasiva y ojos entrecerrados gritan a los cuatro vientos la melancolía que siente cada que vez que se refiere a su patria chiquita, ese primer pueblo libre de la América colonial.

A los extranjeros “les cuento historias como la de Catalina Loango, que era muy linda pero por andar desobedeciendo a su papá se la llevó el mohán cuando se bañaba en el arroyo”, explicó Matilde sobre la desafortunada historia de la mujer que se dejó deslumbrar por un ser mitad hombre, mitad ‘pescao’.

Catalina llegó 10 años después al velorio de su mamá con los pies al revés y cantando un juego: “… ay si no hay panelita, si no hay chocolate, toda la noche hay un bate que bate”, cantó la embajadora mientras contoneaba sus caderas al ritmo de su propia voz.

Matilde Herrera bailando mientras canta un juego palenquero.

“Estos juegos aportaron mucho al Carnaval de Barranquilla porque el Joe Arroyo los utilizaba en las letras de sus canciones”. Prueba de ello, son temas como ‘Catalina del mar’, ‘Yamulemao’ y ‘Bolobonchi’.

Carroza eterna

Pese a ser toda una institución para la cultura y haber logrado gran parte de sus metas, a esta hacedora aún le quedan sueños por cumplir.

Matilde añora salir cada Batalla de Flores en una carroza dedicada a ella, donde pueda sentirse toda una reina, igual que las que han buscado su asesoría para aprender a bailar mapalé como es el caso de las Reinas del Carnaval Daniella Donado (2007), Valeria Abuchaibe (2018) y la soberana actual Isabella Chams.

Su fantasía es recorrer el Cumbiódromo por todo lo alto, literalmente. Espera recibir apoyo, ya que las carrozas son costosas, sin embargo, eso no la desanima porque “se las ha arreglado siempre para salir adelante”.

“El sueño mío es ir siempre en una carroza en Carnaval. Ahí es donde quiero estar”, reveló Matilde, minutos antes de disponerse a ensayar con su grupo, en una extensa jornada previa a los desfiles del Carnaval de Barranquilla.

Matilde Herrera durante el desfile de la Gran Parada de Tradición 2020.

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