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Por la verdadera paz, hay que incomodar: El Papa Francisco en Irak 

A diferencia de sus antecesores, Francisco no ha visitado los lugares donde ser católico o cristiano es lo común, la regla; por el contrario, ha visitado lugares donde las minorías son cristianas, donde están desprotegidas, donde predicar de Jesús te hace un perseguido, un paria, un estigmatizado y donde se mueren creyentes por profesar su fe.

En Irak queda ubicado Ur de Caldea, de donde se supone era Abraham, el patriarca de las tres principales religiones monoteístas. Y llega a esos lugares donde sabe que no es bienvenido, no con una actitud irreverente, sino pidiendo perdón por las décadas de terrorismo que han azotado la zona y renunciando a la creencia de que el otro es enemigo para poder tender puentes de reconciliación. El Ayatolá Alí Al Sistani, que se encuentra ubicado en Najaf, al sur de Bagdad, recibió pacientemente la visita del Papa, quien busca hacer lo que radicales de todo el mundo detestan, dialogar entre distintos, reconociendo similitudes, respetando diferencias y conviviendo con los propósitos comunes.

A pesar de los riesgos de ser secuestrado, atacado y hasta asesinado, en pleno pico del Covid-19, Francisco arriesga su vida, integridad y salud personal con tal de no perderse la oportunidad de visitar Irak. Como dato interesante, la población cristiana en dicho país es de las más antiguas del mundo, tanto que el idioma de los que allí profesan la fe cristiana para realizar oraciones y meditaciones es una variante del Arameo el cual fue utilizado por el mismo Jesús en su tiempo.

A pesar de esto, desde la invasión de Estados Unidos a Irak en 2003, se redujo la población cristiana en más de un 83%, debido al rechazo que generaron estos actos en la comunidad y la población en general que terminó poniendo en peligro y afectando su vida.

¿Y qué enseñanza nos deja Francisco con esto? Que, a pesar de ser criticado por ser políticamente correcto, el Papa en cuanto a la protección del más débil rompe cadenas, alza la voz de protesta e interviene así incomode. Muy distinto que aquí. La complacencia permanente de los estamentos de poder, empresarios y políticos amanguala cualquier decisión, permitiéndonos solapadamente hacerse de la vista gorda con los problemas estructurales de nuestro país.

Como decía Chomsky, la población general no sabe lo que está pasando y ni siquiera sabe que no lo sabe. En nuestro país, el más débil, el campesino, el desplazado, la madre cabeza de familia, el discriminado por su condición de sexo, raza, religión, ha sido relegado a las migajas de las mayorías, olvidado entre pandemia, covid19 y pobreza. Hoy Colombia es un país más pobre y ¿Qué le vamos a exigir entonces a los políticos en la próxima candidatura presidencial? ¿Seguiremos la conveniencia de nuestros intereses o por fin entenderemos que, como el Papa, sólo tenderemos puentes cuando dejemos de crear enemigos en nuestros propios vecinos?

Porque todos somos hermanos, dijo Francisco, y esta columna, ignorando otros sucesos de relevancia nacional que nos obliga a salirnos de la tribu, a pensar que somos el ombligo del mundo, tal vez siendo una columna solitaria en un tema no tan local, intenta re-enfocar la atención hacia los más débiles; porque al parecer llegarán las próximas elecciones y repetiremos película, mismos temas, mismos miedos ¿y entonces? Por un momento, hemos hasta sacado de nuestros índices populares a los más necesitados, ya no son trending topic, ya no hacen parte de nuestras preocupaciones, de nuestras lecturas mediáticas, de nuestras decisiones políticas. Todas las primeras planas son de los comandantes guerrilleros, de los jefes paramilitares, de los políticos de aquí, de allá, de la izquierda y la derecha, del centro y pa´ dentro. Pero así queramos tapar el sol con un dedo, la deuda social de Colombia con sus propios compatriotas nos explotará tarde o temprano en la cara y claro, creeremos que es culpa de tal o cual líder, cuando realmente es nuestra. Porque la pobreza, a diferencia de la comunidad cristiana en Irak, no se extinguirá por mucho que lo intentemos; por el contrario, crecerá y se multiplicará sino elegimos a los líderes capaces de mantener y hacer crecer la riqueza, beneficiando a todos con sentido social. Lo que se viene el otro año en elecciones será el mismo perro con distinto collar, lo mismo de otros años, pero con pequeños cambios en el reparto.

Assalam lakum (la paz sea con ustedes) y que ojalá algún día llegue a nosotros, la de verdad, la del hermano con un mínimo de dignidad, la del tender puentes sin pensar en el otro como enemigo, una paz con educación donde seamos gente primero. Que le vaya bien al Papa y que la paz sea con ustedes, con nosotros y entre nosotros.