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¡Pandemia de locos...!

Hace muchos años, veinte o más, se puso de moda una película en la que el protagonista principal, un nativo de la comunidad de la India - creo- corría despavorido como alma que lleva el viento huyendo a la modernidad de un vehículo Jeep que  recorría terrenos selváticos. El personaje  veía venir aquel “animal” y pensaba que era un demonio salido de los infiernos en busca de su vida. Por tanto no podía parar de correr.

Esa cinta me viene a la mente y hago un poco de relación de aquello con este endemoniado terror que nos trajo la pandemia del coronavirus. En Colombia, el primer caso detectado de la enfermedad se produjo el 6 de marzo. Desprevenidamente la gente pensó que sería algo pasajero y que no debía causar mayor preocupación. Pero ha sido tan veloz su carrera, como aquella del protagonista de la película “El mundo está loco-loco.”

Recuerdo que el día 25 de febrero, en pleno Carnaval, la OMS anunciaba la alerta por posible pandemia mundial por un virus desconocido detectado en la China. Los periódicos daban cuenta de aquel anuncio  y se decía que sería tan alarmante que muchas personas miles y miles morirían por esta enfermedad. “Cosa de locos” pensaron muchos. La pérdida seguida de credibilidad a la Organización Mundial de Salud -OMS- hacía creer que se trataba de algún factor distractor para dejar de pensar en una presunta guerra entre potencias como China y Estados Unidos.

Al gobierno colombiano se le criticó la demora en el cierre de fronteras permitiendo la llegada de vuelos internacionales en los que se propagó a través de pasajeros la enfermedad en Colombia.  De Cartagena se denuncian más de 600 fiestas aglutinando miles de personas y generando más de cien peleas.

En Medellín mientras se cumplía la primera cuarentena muchos desadaptados se dedicaban a “devorar” raudos piques de motocicletas; en Bogotá, Cali y otras ciudades se hace el fo a médicos y enfermeras, ignorando que son esos profesionales de la salud quienes se convierten en salvadores de vidas. 

En hospitales y clínicas los médicos trabajan sin los elementos mínimos de bioseguridad y los que protestan son expulsados por gerentes y dueños de las IPS. En Barranquilla donde complacidos veíamos pasar las primeras semanas con mínimas cifras de afectados, se disparó en los últimos días el números de muertos y contagiados a tal punto de estar ahora en segundo puesto detrás de la capital Bogotá.

La gente vive en constante Carnaval, las aceras y andenes pululando en grupos de cinco o más personas, muchos transitando libremente, sin tapabocas, los pelaos jugando “bola ‘e trapo”, manejando patinetas y bicicletas y vecinos con botellas de cerveza en medio del estridente picó y la música tropical.

Iván Duque y sus ministeriales cual miembros de reparto de películas con sus reiterados mensajes a las 6 de cada tarde en nuevos capítulos de la Telenovela “Habla el Presidente”; el Ministro de Salud autorizando a la clínicas y hospitales declarar enfermos de Covid-19 a cuánto paciente llegue así se trate de un dolor estomacal o una migraña. Aislamiento total. Nadie de la familia puede acercársele y si por desgracia fallece la persona, hay que embalarlo (envolverlo) y mandarlo al horno crematorio sin que el familiar pueda tener la mínima esperanza de comprobar que su pariente es el que se llevaron para cremarlo.

No importa  el dolor ni la protesta de familiares  del fallecido que ingresó por dolor de cabeza y salió con el cartel en el cajón “Muerto por coronavirus”. Y claro, mantos de dudas se tejen entonces entre la gente que cada vez cree mucho más en lo que en redes sociales se ha denominado  el “Cartel del Covid-19”.

Nuevo día: a las 6 de la tarde, otro capítulo de la novela “Habla el Presidente” en el que con rostro compungido envía condolencias a deudos de los muertos, para de inmediato sonreír  anunciando que Colombia en comparación con otras naciones de Suramérica es el que menos víctimas ha puesto.  Resalta el excelente trabajo de sus ministros y anuncia nuevas restricciones para hacer ver que él está  muy empeñado en proteger sobre todo a los adultos mayores de 70 años a los que le extiende la cuarentena hasta el mes de agosto.

El mandatario contradice a su ministro de hacienda que pretende quitar o aplazar hasta diciembre las primas semestrales. “No es aceptable quitarle las primas”, dice y de nuevo como Pilatos se lava las manos señalando que no se les quite, pero que se les cancele en módicas cuotas de dos o tres meses. Es una muestra más de estar con Dios y con el diablo.

Y para demostrar que su gobierno no acepta influencias políticas rechaza recomendaciones de su jefe mayor que le aconseja reiniciar pronto el fútbol profesional. ”No acepto influencias políticas porque, primero está la salud y la vida de los deportistas”. Pocas horas después el ministro de Deportes anuncia que el fútbol se reanuda en junio con entrenamientos individuales, luego en grupo y en agosto con las competencias en firme. Una nueva lavada de manos como Pilatos.

Por tantas y seguidas contradicciones la gente sigue sin creer lo que dice el mandatario a quien tildan además de Pinocho, como el de los cuentos a quien cada día le crece más la nariz por tantas mentiras. Y, al paso que vamos, los colombianos “estamos expuestos cada vez con mayor rigor a morir o por el covid o de terror”. 

Y al paso que vamos, nos quedará seguramente, como en la película anunciada al comienzo, correr y correr sin parar. Tal vez así podremos salvarnos de este mundo que cada vez está más loco loco…