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7 Codebistas: inmerecido aporte con “Sonido bestial” al Covid-19

Su último “tumbao” fue  como lo había querido: Bajo el “Sonido bestial de trompetas” mezclado con las notas estridentes arrancadas del piano de Richie Ray. Esa tarde soleada del sábado 8 de agosto frente a La Troja, una de sus “moradas” preferidas cada vez que quería divertirse, recibió el homenaje que en vida le quedó pendiente.

Su último adiós pareció recibirlo en medio de una sonrisa llena de satisfacción. Quería que su cuerpo fuera paseado y llevado hasta La Troja en donde su esposa bailaría “Sonido bestial” de Ricardo Ray y Bobby Cruz. Su esposa Rocío no tuvo fuerzas para hacerlo, pero su hija, la actriz Marianne Schaller sí. Y, aún en medio del llanto y la tristeza mostró los dotes de salsera heredada seguramente de su padre. Sus familiares le cumplieron su última voluntad. Así lo había pedido, así lo hicieron.

Fue aquella la penúltima parada en su transitar a la morada definitiva en Jardines de La Eternidad. Familiares, amigos y compañeros del Codeba, institución donde cursó sus estudios de bachiller  y que ostentaba con orgullo, le acompañaron en sus deseos. Una caravana de vehículos en un conmovido desfile sonaron por un rato bocinas y pitos despertando la curiosidad de vecinos de la carrera 44 con la calle 74, en la esquina donde tantas veces disfrutó escuchando y bailando la música salsa de  los años sesenta y setenta.

El médico Óscar Romero De las Salas,  formó parte de bachilleres promoción 66, llamada por algunos como Santa Infancia por estar conformado por aventajados jóvenes estudiantes del Colegio de Barranquilla –Codeba-  Su especialización de otorrinolaringólogo lo encumbró en el reconocimiento de su especialidad en toda Barranquilla y mucho más allá. Fue siempre un gran animador de reuniones y tertulias sociales y bailables. Sus dotes de bailarín las mostraba abiertamente haciendo gozar y disfrutar a sus amigos y contertulios.

Fue alegre y entusiasta en fiestas y momentos especiales.

Oscar Romero, aún en edad adulta, se distinguió por sus pintas juveniles: pantalones de bota estrecha, camisa y pantalón blanco, camiseta blanca y chaqueta de igual color. Vestía todo de blanco o todo de negro. Se uniformaba de arriba abajo y no usaba medias. Era siempre centro de atención por su particular vestimenta y por su descomplicada forma de ser.

Su muerte fue la número siete de codebistas víctimas del “bendito Covid-19”. Antes le habían antecedido el médico Roberto Angulo Arévalo el 10 de julio en la Clínica Portoazul. También de la promoción 1966; Néstor Cerra Jiménez, médico, de la promoción 1967, León Fernández Rivero, arquitecto de la promoción 67, Luis Alberto Astrálaga, promoción 1963 quien en sus años de estudiante fue un destacado atleta, agrónomo de profesión y quien murió en Estados Unidos,  Gastón “Tom” Vendríes, de la promoción 1964, economista y José Manotas Ibáñez ex rector del Codeba entre 1984 y 1995.  Fueron ellos la cuota triste del Codeba en la pandemia del Covid 19.

El doctor Romero De las Salas, integrante de la Asociación de Egresados y ex alumnos del Codeba, -Asocodeba-fue un infaltable a las fiestas de gala que cada año por el mes de julio se celebra en conmemoración de cada aniversario del Colegio fundado un 20 de julio de 1908. Su promoción 66 fue una de las más inseparables pese a los tantos años de haberse graduado. En la celebración de los 50 años como Bachilleres Dorados (2014) el grupo celebró una emocionante eucaristía y luego recorrieron las instalaciones de la vieja sede del Codeba de la calle 51 donde colocaron además una placa con los nombres de cada uno de quienes graduaron en ese año 66.

Como profesional fue un excelente médico, como padre y esposo gozó del amor de sus seres queridos y como amigo y compañero compartió amistad sumamente especial. Su enorme sentido de solidaridad y desprendimiento las puso al servicio de quienes acudían en busca de ayuda sin distingo alguno.  Así lo recuerdan y así lo afirman familiares y conocidos. “Mi padre ha dejado escrita una bella historia como persona. Quienes tuvieron el privilegio y la fortuna de conocerlo, saben que me quedo corta al decir que era gran ser humano, porque es un Ángel, siempre dispuesto a dar su amor incondicional”, diría al final Marianne Schaller.

Tercero de izquierda a derecha fila inferior con compañeros de su promoción 66 en el interior del Codeba

Una de las frustraciones, que así nos lo hacía saber en cada reencuentro de codebistas, fue la de no poder presenciar la recuperación y traslado de la población estudiantil del Colegio a la sede natural del Codeba en la esquina de la calle 51 con carrera 41. “Ese edificio es un monumento del saber y la educación y sueño con ver de nuevo a los estudiantes en los salones donde nos educamos por tantos años”, repetía con algo de nostalgia cada vez que coincidíamos en reuniones periódicas.

Oscar Romero De las Salas, igual que  Roberto Angulo Arévalo, José Manotas Ibáñez, Néstor Cerra Jiménez, León Fernández Rivero, Gastón Vendríes, y Luis Alberto Astrálaga, se constituyen en el “inmerecido aporte” del Codeba a la “bendita” pandemia del Covid-19.