Imagen del edificio de la Aduana de Barranquilla.
Imagen del edificio de la Aduana de Barranquilla.
Foto
Libro Almanaque de los hechos colombianos - 1921

Share:

Respuesta de José Stevenson a una columna del historiador Milton Zambrano Pérez

Publicamos en forma integral texto enviado por Stevenson Díaz y en la parte final la respuesta del historiador barranquillero y profesor universitario.

Las nuevas interpretaciones generan miedos, enfurecen los demonios de quienes están viviendo de la equivocación, hay muchos casos en la historia, a diario ocurren. Giordano Bruno incinerado en la hoguera pública, por dar a conocer sus tesis, tildado de charlatán, de loco y luego la historia misma demostró que solo fue una víctima, un incomprendido de la mediocridad académica del momento, Galileo Galilei casi lo queman como un charlatán brujo por sus estudios, lo obligaron a retractarse,  “eppur si muove”, y sin embargo se mueve, Plutón por los siglos de los siglos fue considerado un planeta, hoy degradado a planetoide, con base a re-revisión de la astronomía, por cientos de años hablaron del “descubrimiento” de América, en el año de 1992 se re-interpretó, lo más próximo a la realidad era “encuentro” de dos mundos, hoy la reforma educativas de Argentina, en cabeza  de historiadores y de un grupo interdisciplinario de investigadores y creativos, determinó que el concepto de “encuentro” no aplica y se re-interpretó como “invasión” militar, la historia nunca ha sido una verdad absoluta, irrefutable, debe y tiene que estar expuesta a la duda, a las nuevas re-interpretaciones, a nuevos núcleos argumentativos, de lo contrario sería una verdad revelada, sería el fin para la historia y los historiadores como científicos sociales… a tanta historia, a tantas preguntas.

Básicamente nuestro trabajo, su naturaleza es la re-visión o una nueva lectura de lo que significativamente se ha escrito sobre el “Origen” de Barranquilla,  ese es el ejercicio investigativo proyectado, re-visión de obras historiográficas, nuestro material de estudio son fuentes secundarias, el espíritu del libro así lo indica, es análisis sobre  lo escrito en distintos tiempos y autores. Está claro.

Es un estudio de historia local, encontramos en el paradigma indiciario las herramientas analíticas necesarias para nuestra investigación, aprender de los indicios en situación de escasez documental, de puntos de apoyo para el acceso a ciertas realidades históricas profundas, que han sido excluidas o marginalizadas por la historia oficial, nos permite reconstruir de modo conjetural y aproximativo  temas difíciles de captar, aparentemente irrelevantes,  pero con otra lectura  argumentativa se tornan esenciales. El investigador social no puede limitarse a la descripción literal de la fuente primaria  ¿Qué pasa si esta fuente es falsa? Se tiene que abordar de manera crítica, analizar en detalle otros indicios que el mismo hecho sugiere, como las conflictividades, la problematización propia de cada sociedad, sus rupturas y continuidades, tomamos en cuenta los fenómenos sociales como la parte fundamental del relato, una muestra de historia social.

En Barranquilla se ha armado una “supuesta” elite en el conocimiento de la historia local, una especie de Tribunal de la Santa Inquisición de la Historia Barranquillera, donde estos monaguillos, monjes y sacerdotisas satanizan textos y autores, y se atreven en forma demencial e irresponsable, envestidos de falsa autoridad entran a determinar con su falangeo tendencioso, quién es y quién no es historiador, como si su producción investigativa  en el tema origen lo respalde, es más con uno o dos libros publicados en treinta años como historiador, no te hacen autoridad.

Nuestro libro presenta valiosos aportes desde la lectura arquitectónica, pero nuestro detractores han centrado la discusión en torno a lo que los afecta: el cuestionamiento a Blanco Barros que es solo un capítulo de nuestro texto, y han sesgado el debate al plano donde ellos se mueven mejor en el señalamiento, la crítica vulgar  y la descalificación, un autoritarismo enfermizo que intenta ocultar sus mediocridades ¿Qué te hace historiador? ¿Una maestría y dos libros publicados? Ante todo el oficio, la producción investigativa, hay que diferenciar entre un historiador y un profesor de historia, esto duele cuando se está infectado de poder, de un falso protagonismo virtual, como entenderán no aceptamos esas falsas autoridades, cuando tenemos serias dudas con la escuela, una institución obsoleta, adoctrinadora, corrupta, con muchos docentes arbitrarios y con oscurantismo científico manifiesto, que no respeta la diferencia conceptual, una escuela anacrónica con las nuevas necesidades y realidades.

Lo que afecta a los historiadores profesionales y carnetizados son entre otros puntos el mito histórico: la transformación de la hacienda San Nicolás a sitio de vecinos libres, invitamos a otros investigadores que participen de la discusión.

CAPÍTULO VI (Stevenson Díaz J.G. Una Visión Crítica Acerca del Origen de Barranquilla. 1533 – 1715. Reinterpretación Local…2016. Pag.75 a 88)

ANOTACIONES SOBRE EL NORTE DE TIERRADENTRO.

SAN NICOLÄS DE TOLENTINO DE HACIENDA GANADERA A SITIOS DE LIBRES: (Blanco Barros J.A. El Norte de Tierradentro…1987, pág. 322).

En este texto el geógrafo Blanco Barros plantea  la hacienda de San Nicolás de Tolentino como uno de los tres posibles sitios donde se produce el origen de Barranquilla, hay dudas en el autor, para empezar responderemos a estos tres interrogantes:

1. ¿En qué momento la Hacienda de San Nicolás dejó de ser propiedad privada de los Barros y de la Guerra?

2. ¿Desde cuándo hay noticias de fuentes primarias sobre el sitio de Camacho?

3. ¿Arquitectónicamente, que obra determinaron el paso a sitio de libres?

Amigo lector, hagamos el ejercicio de cerebrar y no es un error ortográfico, cerebremos, echémosle cerebro, pensemos críticamente, no repitamos literalidades, tengamos el valor de equivocarnos con nuestros propios errores y no con los ajenos. Pasemos a la etapa de las respuestas, los historiadores certificados y carnetizados pueden demorar en contestar o quizás no contestar, y el compromiso es con usted amigo lector.

1. La hacienda San Nicolás de Tolentino dejó de ser propiedad privada de los Barros y de la Guerra después  de 155 años de posesión y labor, desde 1560 mediante el complot y la expropiación de la que fue víctima Ana Ximenez viuda de Santacruz encomendera legitima del pueblo indígena de Kaamash o Camacho, hasta su última dueña  doña Gertrudis Castillo Altahona viuda de Pedro III de Barros, madre Joseph II de Barros séptimo y último encomendero de Galapa, doña Gertrudis vende la hacienda el 08 de mayo 1715 a veinte vecinos del sitio…¿Qué sitio?

Según está tesis la población debió aparecer de 1715 en adelante, por obvias razones de 1560 – 1715 es hacienda, así certifica documentos primarios, está claro ¿o no? Bien la hacienda nunca se transformó en sitio de vecinos libres, solo desaparece como unidad agraria, como propiedad privada de los Barros y de la Guerra, ahora veinte nuevos dueños subdividen y venden los lotes

2 ¿De cuándo hay noticias del sitio de libres de Camacho?

Por documento de época, fuente primaria inédita del geógrafo Blanco Barros se puede comprobar que desde 1625 el documento patentiza lo expuesto:

(…) Juan de Casetas Bayarte en el año 1625, recibió “Quatro cabellerias” de tierras en Tierradentro en el sitio que llaman Camacho corran desde donde tienen unas rozas, tres quarta de leguas desde dicho sitio de Camacho para la sierra y camino de Galapa. (Blanco Barros J.A. El Norte de Tierradentro…1987, pág. 213).

3. La Hacienda  de San Nicolás de Tolentino nunca sufrió una “metamorfosis” a sitio de vecinos libres,  lo que arquitectónicamente determinó el paso a sitio, fue la construcción del muelle fluvial por orden del séptimo presidente Juan de Borja, interesado en el comercio fluvial y en la revalidación del rio Grande de la Magdalena. La plaza de mercado permanente, la primera iglesia, la aparición del espacio de uso público, calles y callejones, siendo una aceptación tácita de la Corona, un reconocimiento a una población construida en torno a la Plaza de la Cruz Vieja.

Los primeros objetos arquitectónicos, transforman el paisaje natural a un paisaje social o cultural, los dos espacios, la hacienda propiedad privada y la plaza de mercado de “uso” social que co-existieron independientes, dos espacios muy bien caracterizados, antagónicamente identificados: una plaza con carácter de intercambio, un ejido, espacio de uso público, plaza de mercado permanente con un incipiente librecambismo criollo,  y del otro lado la hacienda San Nicolás con todas las restricciones características de la propiedad privada “Prohibido” el paso a particulares… teniendo como límite norte la actual carrera 44.

Recapitulemos señores historiadores, cuando la hacienda de San Nicolás se vende en 1715, el sitio de Camacho ya tiene 90 años de existencia, de haber sido construido, edificado, reconocido en torno a la primera Plaza La Cruz Vieja de lo que hoy es Barranquilla D.E.I.P; si este espacio hubiese pertenecido a la hacienda debió aparecer en el testamento de Nicolás de Barros después de su muerte en 1658 y ser reclamado por su sucesor heredero Pedro III de Barros a partir de 1681 cuando cumple su mayoría de edad hasta 1705 al fallecer.

Les recuerdo historiadores profesionales y carnetizados que nuestro compromiso social no es con la historia institucional que ustedes escriben, mi compromiso es con una historia más identitaria, más próximas a nosotros, más creíble, más conectadas a las preocupaciones y vivencias de la gente común, corriente, de a pie, no pedimos permiso a ninguna elite, grupúsculos mezquinos y autoritarios, la historia tiene que ser un saber popular, escribamos nuestra historia, que no esté al servicio de un poder corrupto, ni de las clases dominantes, siga usted Zambrano Pérez escribiendo a sus patrocinadores los gremios, que  nosotros escribimos la historia de los mestizos, de los tercerones, de los vencidos, la historia que nos corresponde.

En cuanto a que nos inventamos el significado de “fundar”: acción de construir o edificar, deja al descubierto el poco sentido investigativo de Zambrano Pérez, busque señor en el diccionario de la RAE, en un diccionario   básico escolar  o uno de arquitectura si quiere… hagámosle el favor a Zambrano Pérez usted amigo lector desde su móvil busque el significado de Fundar, ahora desmiéntame o deme la razón si fundar tiene qué ver o no con la edificación o construcción. Le recuerdo no podemos interpretar la fundación de una población como un simple hecho de firma de Acta: “(…) si por fundación entendemos un acto único y formal donde participan diez o más funcionarios de la Corona e individuos particulares que firman la diligencia escrita” (Zambrano, Pérez. Milton. 1998. Pág. 21). Tu concepto de fundación es algo teóricamente defendible pero históricamente insostenible, los principios arquitectónicos tienen mucha importancia en la historia de las poblaciones

La fecha de 1629 te atormenta, juzga por tu condición, no colocamos esa fecha por plagiar a: Juan José Nieto Gil, Domingo Malavet Castañeda, Enrique Otero D´acosta, Miguel Camacho Sánchez, Carlos González Rubio, J Montoya Márquez, como tú lo haces con Blanco Barros, nosotros planteamos la fecha de 1629 y que bueno coincidir por razones distintas al plagio, es por ser la fecha en que se construye sus primeros hitos o nodos, la aparición del espacio de uso público calles y callejones que es lo que urbanísticamente permite junto los primigenios objetos arquitectónicos la aparición física de las poblaciones, la consolidación del asentamiento humano iniciaba con el trazado de calles razones arquitectónicas que usted no parece entender.

Ante sus acusaciones de la falta de originalidad de nuestro trabajo, quiero aclararle nuestro trabajo si es original y lo podemos demostrar,  nuestra ponencia fue lo que permitió la instauración de la Catedra Historia de Barranquilla y las Rutas Patrimoniales  en el Acuerdo 016 de 2018 “Plan Decenal de Educación Barranquilla 2018 – 2028”, ser reconocidos por la Asociación Distrital de Educadores de Barranquilla (ADEBA) 2017 por el permanente trabajo en  la difusión de la historia local, se nos otorgó Pergamino Honorifico del Concejo de Barranquilla 2016 por nuestro trabajo investigativo en la recuperación de la memoria colectiva, hemos obtenido dos (2)  premios del Ministerio de Cultura Nacional 2010 , 2011 por la utilización de la técnica kamishibai como recurrente pedagógico para la enseñanza de la historia. Además de tener formación como licenciado en ciencias sociales, tengo en mi ADN la cualidad y la sensibilidad del artista su sentido analítico y creativo que a usted nunca alcanzará.

“Una Visión Crítica acerca del origen de Barranquilla 1533 – 1715” Reinterpretación de la Historia Local  tiene un carácter singular, huella dactilar, identificación propia, se remonta radicalmente desde el origen, de lo que hoy es Barranquilla D.E.I.P… sin embargo fuimos acusados de no originalis… de plagio en nuestro texto, que reconocemos  presenta fallas tipográficas y estamos en proceso de corrección para su segunda edición., de hecho trae fe de errata,  pero la tesis central no presenta alteraciones

Ahora los invito formalmente a que veamos el grado de originalidad, la autenticidad de quien me acusa, para ello solo vamos a hacer un ejercicio simultaneo de ojear y hojear rápidamente, nada exegético,  nos remitiremos a dos (2) páginas 21 y 22  de las doscientas cuarenta (240) páginas que contiene  el texto “El Desarrollo del Empresariado en Barranquilla 1880 – 1945” del autor Milton Zambrano Pérez, quien no parece tener claro cuál es su opinión y cuál es la verdad.

CAPITULO I

EL CONTEXTO NACIONAL Y LOCAL DONDE SE FORMARON Y DESARROLLARON LOS EMPRESARIOS:

1.1.NACIMIENTO DE LA POBLACION DE BARRANQUILLA.

 - “(…) La acción humana de individuos proveniente de los más diversos lugares. De Mompóx o Cartagena. De Ciénaga o Santa Marta. De la península ibérica o islas Canarias. De las haciendas de Tierradentro, de donde venían vaqueros, corraleros y porqueros o esclavos” (Zambrano Pérez, Milton. 1998. Pág.21)

“La acción humana en este caso fue de  gente de los más insospechados horizontes: Cartagena o Mompóx, Santa Marta o Ciénaga: la península ibérica o las islas Canarias; las haciendas de Tierradentro con sus vaqueros, corraleros y porqueros o esclavos” (Blanco Barros José A. El Norte de Tierradentro. 1987. Pág. 254)

- “y también de los indígenas que venían de Malambo a emplearse por un jornal o aquellos otros que sobrevivieron a la boga del rio. Es decir, agricultores y ganaderos, artesanos y remeros, clérigos o funcionarios reales, negociantes dedicados al comercio, mujeres y hombres de distintas procedencias “étnicas y condición social”. (Zambrano Pérez, Milton. 1998. Pág.21)

“(…) Indígenas jornal oriundas de Malambo o supérstites de la mortal boga en el rio Grande de la Magdalena (…) agricultores y ganaderos, artesanos y remeros, clérigos o funcionarios del rey, prestamistas de dinero, “al premio” o negociantes de los más inusitados reglones del comercio.

- “(…) Malambo perdió su posición privilegiada manos de los libres de las Barrancas de Camacho o San Nicolás. Mientras la rígida institución de la encomienda cohibía el desenvolvimiento de aquel puerto obligado. (Zambrano Pérez, Milton. 1998. Pág.22)

“La misma naturaleza de Malambo una comunidad de indios sometidos  a la rígida institución de la encomienda, que lo reglamenta y controla” (Blanco Barros José A. El Norte de Tierradentro. 1987. Pág. 255 - 256)

- “La hacienda de San Nicolás fue uno de los embriones de la futura población. (Zambrano Pérez, Milton. 1998. Pág.22)

“San Nicolás de Barranquilla o la Barranquilla de Camacho. Embrión Barranquilla. (Blanco Barros José A. El Norte de Tierradentro. 1987. Pág. 249)

- “Los documento encontrados hasta ahora no precisan el día, el mes y el año en que se estableció aquel negocio…; pero relacionando las fechas en que Nicolás de Barros se posesionó de su encomienda…” (Zambrano Pérez, Milton. 1998. Pág.22)

“Los documentos hallados hasta el presente no dicen expresamente el día, mes y año en Nicolás de Barros y de la Guerra fundó o estableció su negocio de vacunos y cerdos” (Blanco Barros José A. El Norte de Tierradentro. 1987. Pág. 223- 224)

- “Resulta entonces que cuando se toma 1629 como año de fundación de Barranquilla, lo que en realidad se recuerda es el inicio de la hacienda ganadera del encomendero de Galapa” (Zambrano Pérez, Milton. 1998. Pág.22)

“(…) Resulta entonces que lo que con tanto entusiasmo se celebró en 1979 fueron 350 años de la fundación de la hacienda” (Blanco Barros José A. El Norte de Tierradentro. 1987. Pág. 226)

- “(…) pero relacionando la fecha en que Nicolás de Barros se posesionó de su encomienda, con la posible fecha en que extiende su domino y tierras ya trabajadas que pretende legalizar, inferimos que San Nicolás se organizó después 1627 y varios años antes de 1637. (Zambrano Pérez, Milton. 1998. Pág.22)

“Y la conclusión final, importante para la historia de los orígenes de Barranquilla es que la hacienda de “San Nicolás” que fue establecida después 1627 y como mínimo de 1637” (Blanco Barros José A. El Norte de Tierradentro. 1987. Pág. 226)

- “pues bien, todo parece indicar que el propietario del hato al fundarlo, le habría puesto su propio nombre siguiendo las costumbres de la época”

“(…) Y con mayor razón era costumbre que el propietario a su hacienda le pusiera su propio nombre” (Blanco Barros José A. El Norte de Tierradentro. 1987. Pág. 223)

Ahora su cuestionamiento por las cuatro citas de los investigadores Vergara y Baena utilizados en mi texto “Una Visión Crítica acerca del origen de Barranquilla 1533 – 1715” Reinterpretación de la Historia Local son  invalidadas por usted, según  falta de  “rigurosidad científica”  y parece no darse cuenta de las 17 veces que los cita en su texto cumbre  “El Desarrollo del Empresariado en Barranquilla 1880 – 1945” en las páginas 23, 25, 28, 29, 31, 60, 88, 93, 95, 96, 123, 140, 157, 182, 184 y 186, tiene que ser más coherente y no perder el juicio en el debate.

Este fue un sencillo análisis de dos (2) páginas, allí quedan 238 a curiosos o estudiosos del texto “El Desarrollo del Empresariado en Barranquilla 1880 – 1945” del autor Milton Zambrano Pérez. Queda elementalmente evidenciado quien no es auténtico, quien es el charlatán, su plagio es evidente, su falta de criterio, imitando servilmente al geógrafo Blanco Barros, nosotros estudiamos de manera crítica, como nos enseñaron nuestros maestro Orlando Yance y César Mendoza. Entiéndase también  como un atrevimiento de mayor escala del señor Zambrano Pérez el pretender resumir origen de lo que hoy es Barranquilla en tan solo dos páginas las mencionas 21 y 22, esto demuestra el poco conocimiento sobre el origen, lo suyo es la economía de los siglos XIX y XX, a usted no le molestan las críticas a Blanco Barros, lo que en el fondo le molesta es que quedó públicamente evidenciado su plagio y su falta de investigación al respecto.

Ahora su cuestionamiento por las cuatro citas de los investigadores Vergara y Baena utilizados en mi texto “Una Visión Crítica acerca del origen de Barranquilla 1533 – 1715” Reinterpretación de la Historia Local son  invalidadas por usted, según  falta de  “rigurosidad científica”  y parece no darse cuenta de las 17 veces que los cita en su texto cumbre  “El Desarrollo del Empresariado en Barranquilla 1880 – 1945” en las páginas 23, 25, 28, 29, 31, 60, 88, 93, 95, 96, 123, 140, 157, 182, 184 y 186, tiene que ser más coherente y no perder el juicio en el debate.

Le recuerdo que usted públicamente nos retó, ahora  le contestamos, los debates académicos no lo hacemos por redes sociales, los hacemos en escenarios formales, académicos: foros, conferencias, paneles, conversatorios… a la altura del compromiso, queremos escuchar con mucha atención su tesis sobre el origen de Barranquilla,  luego expondremos la nuestra, y que los asistentes saquen sus propias conclusiones.

Pero si usted, Zambrano Pérez no me cita públicamente por las redes sociales (su medio favorito)  para dicho debate,  o no acepta la que le haremos, quedará demostrado que usted no está al nivel del debate y  no nosotros.

Queda demostrado que usted es un mito en el tema del origen de lo que hoy es Barranquilla, dedíquese a su campo de estudio y no haga de corneja improvisando sobre temas que no son su fuerte, responda no a nuestro colectivo, responda éticamente e históricamente a Barranquilla y a los otros pares académicos la similitud tan sospechosa y no lo plantee como una experiencia compartida, estas en una línea invisible entre la sospecha y el plagio, lo invitamos a ser serio.

Yo soy hijo de la originalidad y tu hecho a imagen y semejanza, he ahí la diferencia.

JOSÉ STEVENSON DÍAZ

LIC EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN CON ÉNFASIS EN SOCIALES Y ECONÓMICAS

UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO

HISTORIADOR AFICIONADO LOCAL Y SOCIAL



Contrarreplica a una crítica de una columna mía, hecha por el señor José Stevenson Díaz

Me tomo el trabajo de ocuparme, una vez más, del libro y de la persona de José Stevenson Díaz por dos razones principales: a) porque este señor se ha dedicado a acosarme por las redes sociales, no propiamente con buenos argumentos, sino maltratando mi honra personal y atacándome a mí, en vez de referirse, como debe ser, a las críticas serías que le hice a su libro; y b) porque quiero aclarar, de una vez por todas, todo lo que ocurrió en este asunto, y qué es lo que debemos dejar establecido en cuanto al tema de los orígenes de Barranquilla.

1) Stevenson Díaz distorsiona la realidad cuando se declara perseguido y tilda a los historiadores de comportarse como una Santa Inquisición porque no aceptan su punto de vista. Quien empezó a descalificar el trabajo de los historiadores locales fue el señor Stevenson Díaz, quien no se contentó con plantear su supuesta reinterpretación de los orígenes de Barranquilla, sino que se dedicó a descalificar el trabajo de los demás, arguyendo que se componía de simples mitos que había que desmontar. Todos los historiadores locales éramos unos simples portadores y defensores de mitos, y el único que planteaba algo serio, original y novedoso era este señor.

2) De lo que estoy escribiendo aquí ahora son testigos muchísimas personas y las redes sociales, donde este señor se ha dedicado a despotricar no solo de mí, sino de todos los investigadores que han hecho aportes serios a la historiografía local. En esa tarea de desprestigiar a los demás, no ha tenido límites, y se ha convertido, por eso, en una especie de inquisidor irrespetuoso del trabajo de los otros, y hasta de la honra de las personas. Cabe decir que Stevenson Díaz ha rebajado y vulgarizado el debate sin necesidad, pues debió dejarlo en el simple intercambio de argumentos históricos, sin ponerse en el plan de agresor y de inquisidor de las honras ajenas.

3) Por lo dicho anteriormente, hace muy mal el señor Stevenson Díaz en presentarse aquí como víctima, y como una especie de nuevo Giordano Bruno o Galileo Galilei, pues quien ha intentado quemar gente es él y no yo. El Torquemada que quiere imponer su punto de vista, volándose todas las escuadras e incinerando todo lo hecho hasta ahora sin ninguna clase de consideración científica es, otra vez, él y no yo. Por eso resulta un tanto cómico que ponga a los historiadores de victimarios, cuando él ha sido el principal victimario. Se podría decir que mi crítica a su libro y a su argumento es una respuesta necesaria a la falta de respeto al conocimiento histórico y a los protocolos de la ciencia histórica, que este señor no reconoce.

4) El nuevo “argumento” de Stevenson Díaz parte del supuesto de que yo plagio a José Agustín Blanco Barros. Es decir, la defensa de su obra ya no se basa en la simple defensa de su obra y en los ataques personales (falacias ad hominem), sino en plantear que yo también plagio, como él lo hizo en su libro. Hay que explicarle al señor Stevenson Díaz qué significa plagiar en términos académicos y científicos. Quien no sabe qué significa plagiar, plagia a los demás sin darse cuenta que está plagiando. Él plagia sin darse por enterado que plagia. Plagiar significa tomar las ideas de otro y presentarlas como si fueran de uno, sin colocar la fuente de donde se toman. Yo tomé las ideas sobre el origen de Barranquilla del libro de José Agustín Blanco Barros (El Norte de Tierradentro y los Orígenes de Barranquilla) y entregué la fuente ahí mismo; hice citas textuales y paráfrasis, siempre diciéndole al lector de dónde provenían las ideas. Luego a mí no se me puede acusar de plagio, torciendo otra vez la realidad como ya es habitual en Stevenson Díaz. ¿Por qué me baso en Blanco Barros para escribir sobre los orígenes? Porque, en el momento en que se escribió mi libro, El desarrollo del empresariado en Barranquilla, era el mejor trabajo producido sobre esa materia en la ciudad. Y sigue siendo, hasta ahora, lo mejor que se ha hecho sobre esa materia. Esto no se escribe por defender nada sino porque es la verdad. Quienes no estén de acuerdo con este argumento que me digan que otro autor nacional, regional o extranjero ha superado lo hecho por Blanco Barros en su obra. Yo debía apoyarme en él por razones estrictamente científicas, no de ninguna otra índole. De hecho, la alusión a los orígenes en mi obra se realizó en un contexto más general, donde el tema básico era estudiar el desarrollo de la ciudad relacionado con el puerto y con el papel de los empresarios. Yo debía hacer una descripción general del surgimiento y evolución de la urbe, para empalmar eso con sus desarrollos en el siglo XIX.

5) La explicación de los orígenes de la ciudad tiene un punto de arranque notable en el escrito de Blanco Barros. Quien quiera superar lo que él hizo debe realizar un trabajo de archivo tan riguroso y concienzudo como el que él realizó. No es esto lo que hace Stevenson Díaz. Autoproclamado como un revisionista de la historiografía local, este señor se dedica a plagiar a los historiadores novatos del siglo XIX y de principios del siglo XX. Si uno busca con atención de qué autor saca la fecha de fundación de Barranquilla en el año 1629, no lo encuentra por ningún lado. Pero se sabe que esa fecha se viene manejando desde los tiempos del general Juan José Nieto, en su libro de 1839, y cruzó los textos de los protohistoriadores durante el resto de ese siglo, y hasta bien entrado el siglo XX. Lo único que le faltó al libro de Stevenson Díaz, para que el plagio fuera completo, fue escribir que Barranquilla había sido fundada en 1629 por los indígenas de Galapa, como se repite en los textos de los protohistoriadores. Lo cómico del asunto es que el señor Stevenson Díaz, basado en este mito de la historiografía local, descalifica la crítica a este mito (que realiza Blanco Barros en su libro) como si el mito no lo planteara él, si no quienes sostienen que Barranquilla no fue fundada en el año 1629. Es decir, quien está utilizando un mito ya rebasado por los estudios históricos es el señor renovador de la historiografía local, quien se propone acabar con un supuesto mito defendiendo el mito más viejo y más gastado que existe sobre los orígenes de Barranquilla. ¿Por qué yo debía quedarme callado ante un disparate como este, que no se apoya en ninguna fuente seria de la época colonial?

6) En la Tertulia Historia y Pensamiento y en los medios de comunicación, el señor renovador repitió hasta el cansancio que los historiadores de la urbe no hacíamos sino repetir mitos. Obviamente, se refería a Blanco Barros y a mí. Cuando uno lee con detalle su libro se da cuenta que este señor es solo un charlatán que no tiene ninguna prueba para sostener lo que dice. En la Tertulia expresó, ante las personas de la casa y de afuera que estaban allí, que él se había apoyado para elaborar su tesis de la fundación en el año 1629 en las fuentes que estaban en el libro de Blanco Barros, ya mencionado. Lo cual no pasa de ser una mentira rotunda, pues si hubiera empleado esas fuentes originales, de época, habría tenido que llegar a las mismas conclusiones a que llegó aquel geohistoriador: que Barranquilla no fue fundada en 1629 porque no existe ninguna prueba que permita corroborar ese aserto. Como Stevenson Díaz carece de pruebas para sostener que Barranquilla sí fue fundada, se inventa su propio concepto de fundación, que ahora me permito transcribir de su libro: “Barranquilla de San Nicolás sufrió una fundación por generación espontánea, por su condición de distinta no cumple con las leyes fundamentales establecidas por España” (Una visión crítica acerca del origen de Barranquilla, 1533-1715, Re-interpretación de la historia local, p. 102). Es decir, según la opinión de este autor, la urbe sufrió “una fundación por generación espontánea”. Más tarde veremos cuál es el significado de “generación espontánea”. Por ahora, solo anotemos que este señor, al plantear esta clase de ideas, lo único que demuestra es que desconoce completamente cómo estaban organizadas las cosas en la época colonial. Nadie podía fundar una población sin el visto bueno de las autoridades, y la mayoría de poblaciones fundadas en aquellos tiempos fueron VILLAS y CIUDADES, no lugares o sitios, como fue el caso de Barranquilla en los tiempos que analizamos. Barranquilla es reconocida en los documentos de época como un sitio, y los sitios no se fundaban, pues la mayoría, como los lugares, surgían por generación espontánea, no por fundación deliberada. Digo que este señor desconoce la literatura más elemental sobre la historia colonial, porque una revisión ligera de esta le habría ahorrado su conversión en reinterpretador de la historiografía local, al darse cuenta de que aproximadamente la mitad de las poblaciones de Latinoamérica aparecieron espontáneamente, sin fundación deliberada. Y muchas surgieron de encomiendas, de cruce de caminos, en los alrededores de las minas, o en los puertos. Parece que la única fuente válida de Stevenson Díaz fuera el diccionario, pero este tampoco le sirve como prueba, pues una definición general del concepto fundar no sirve para entender cómo ocurrió una fundación en concreto, en un tiempo y un espacio dados, aspectos que no se consiguen en ningún diccionario sino en las fuentes de época, que sí sirven como pruebas indiscutibles. Aquí no se trata de la fundación de una hacienda o de un hato ganadero, cuyo dueño suele aparecer en los documentos, sino de la fundación de una población. Si Stevenson Díaz logra presentar algún día una fuente en que conste quién o quiénes fundaron a Barranquilla, quizás le podamos creer. Entre tanto, solo podremos considerarlo un charlatán y un especulador que dice cosas por decirlas, sin que pueda probarlas como las probaría un historiador. La confusión de este señor se ve más clara en otra cita más larga, que voy a transcribir tal cual como aparece en su libro, con errores de redacción y todo: “Planteamos la urgente necesidad de darle una presición conceptual al connotante ‘fundación’ planteado únicamente como un acto protocolario o como un simple concepto jurídico, ¿qué es una afirmación jurídica sin un hecho físico?, un mero propósito, hay que verla más en la realidad como una práctica, aproximada necesariamente a la aparición física del poblado o ciudad, al elemento primigenio de vereda o ciudad, a la edificación y a la voluntad social con presencia en un espacio, como afirmación de una afirmación colectiva activa, con sus propias especificidades, que por sus condiciones históricas la hacen distinta a las demás” (op. cit., p. 14). ¿Qué es lo que intenta expresar el señor Stevenson Díaz en este batiburrillo por demás confuso? Que no debemos tener en cuenta, para hablar de fundación de una población, solo lo que se tenía en cuenta en la época colonial, lo formal y lo legal, sino el poblamiento en sí. Es decir, él trata de aterrizar su concepto de fundación por generación espontánea en esta mezcolanza de ideas que se pueden inferir de cualquier proceso de poblamiento. Pero esto que escribe el autor no prueba nada, pues no pasa de ser otra de sus especulaciones sin pruebas. Supongamos que aceptamos el punto de partida erróneo de Stevenson Díaz; es decir, que en la época colonial no solo hubo fundaciones formales regidas por las normas legales, sino también fundaciones por generación espontánea, repitiendo el disparate que plantea el señor Stevenson Díaz. ¿En qué pruebas se basa el reinterpretador para sostener que Barranquilla sí fue fundada, aunque por generación espontánea? ¿Dónde están los indicios de edificaciones, personas, documentos, que puedan servir para verificar que la urbe sí fue fundada? Cuando se le hace esta clase de preguntas a Stevenson Díaz, responde de tres modos posibles: a) me basé en fuentes secundarias, como lo reconoce en su réplica; b) me basé en las mismas fuentes del libro de Blanco Barros, como lo dijo en la Tertulia; o c) me basé en el diccionario, como lo está diciendo ahora. Ya escribimos que en las mismas fuentes de Blanco Barros no pudo basarse porque llegaría a una conclusión contraría a la de su fundación por generación espontánea. El diccionario tampoco da para definir un marco teórico requerido para definir el problema de la fundación. Nos quedan solo los historiadores aficionados de los siglos XIX y XX en los que el autor reconoce que se apoyó. Pero resulta que en ninguno de esos historiadores aficionados se encuentran pruebas de peso para definir que la urbe fuera fundada, ya sea de manera formal, ya sea por la original fundación por generación espontánea de nuestro reinterpretador de la historiografía local. De tal manera que, si el autor analizado no aporta pruebas que permitan corroborar su concepto de fundación por generación espontánea, si tampoco es posible conseguir pruebas de eso en los archivos de la Región o del país, y si los historiadores aficionados en los que se basa no aportan esas pruebas, ¿qué se puede concluir? Que la idea de la fundación de Barranquilla en el año 1629 la plagió Stevenson Díaz de sus maestros, los protohistoriadores ya mencionados (todos, sin excepción, carentes de la más mínima formación como historiadores), y que su teoría de la fundación por generación espontánea es solo un invento suyo, sin ningún asidero en la realidad colonial de Barranquilla. Es decir, tal concepto, que es fundamental en su libro y que lo lleva a patear mitos, a quemar a la historiografía local y a desconocer la producción histórica nacional e internacional sobre el período colonial, es solo una invención suya, una invención que no resulta de la investigación seria y rigurosa, sino solamente de su capacidad especulativa. Me reitero en mi idea de que este señor no es un historiador, sino un simple charlatán que trata de engañar incautos.

7) Miente Stevenson Díaz al sostener que Blanco Barros reduce el asunto del origen de Barranquilla a la simple descomposición de la Hacienda de San Nicolás. Y él miente otra vez para intentar vendernos su idea mal construida de la fundación de la urbe por generación espontánea. Veamos lo que expresa Blanco Barros sobre este punto concreto: “Barranquilla en su remoto origen no es el resultado de un acto formal, expreso y único de fundación plasmable en una diligencia escrita y firmada por diez o veinte funcionarios y personas particulares. Ella es el producto de todo un proceso étnico, económico y social; es el resultado de una conjugación geográfico-histórica en la cual semejante papel jugaron el ambiente físico y la acción humana. La acción humana en este caso fue la de gentes provenientes de los más insospechados horizontes: Cartagena o Mompox; Santa Marta o Ciénaga; la Península Ibérica y las islas Canarias; las haciendas de Tierradentro (…) las encomiendas que engendraban población mezclada (…) indígenas a jornal oriundos de Malambo o supérstites de la mortal boga  en el río (…)” (El Norte de Tierradentro y los Orígenes de Barranquilla, op. cit., pp. 253-254. De esta cita se infiere, muy claramente, que este autor no reduce el asunto de los orígenes de Barranquilla a un solo embrión (la Hacienda de San Nicolás) sino a otros embriones. Por lo tanto, Stevenson Díaz distorsiona de nuevo la realidad para acomodarla a sus intereses. Quiere probar que Barranquilla no surgió de la Hacienda de San Nicolás, pero falseando su cita y mintiéndole a sus lectores. Y pone a decir, de manera malintencionada, cosas que Blanco Barros no escribió. Insisto en mi tesis de que este señor no sabe de qué habla, y por eso plantea ideas traídas de los cabellos o mal expresadas.

8) La discusión con este señor tiene que ver, no con la defensa de mitos o de alguna élite que solo existen en la cabeza de él, sino con la manera de construir los saberes históricos. Como lo demuestra la experiencia nacional e internacional, tales saberes se procesan siguiendo unos protocolos rigurosos forjados en la disciplina histórica a lo largo de los siglos. En la historia, como en el resto de la ciencia, no tienen cabida ni los charlatanes ni los especuladores. El libro que critiqué en mi columna es un pésimo libro, hecho sin ningún rigor, por una persona que no posee las más mínimas experticias para hacer investigación histórica. Eso se observa claramente en la forma tan descuidada como conceptualiza, y en el modo tan desaliñado como emplea las fuentes. Ni siquiera cita bien las fuentes secundarias que emplea. Además, con sus páginas se demuestra que Stevenson Díaz no tiene la formación adecuada acerca del periodo colonial como para entregar aportes indiscutibles en el tema de los orígenes de Barranquilla. Su libro, pretencioso y mal construido, pasará a la historia como uno de los peores libros escritos sobre esa materia. Si al lector le interesa una crítica más fundamentada del texto que motivó mi crítica, puede leer mi columna bajo el título Una discusión acerca de los orígenes de Barranquilla, que podrá encontrar en zonacero.com.  

MILTON ZAMBRANO PÉREZ

HISTORIADOR

UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO         

Más sobre este tema: