Carlos Arteta, uno de los expertos en Ingeniería Sísmica de la Universidad del Norte, fue invitado a conformar el grupo de reconocimiento post terremoto de Ecuador 2016, del Instituto de Investigación y Desarrollo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, a través de su director Xavier Vera Grunauer.

Arteta, quien además es profesor del programa de Ingeniería Civil, aportará su experticia durante esta comisión en la evaluación de edificios de concreto con sistemas de estructura de muros, pórticos y losas planas.

El objetivo de este grupo también es evaluar el comportamiento de presas, edificaciones de concreto reforzado, mampostería y obras geotécnicas. Las labores de reconocimiento serán desarrolladas durante tres días, en diferentes zonas afectadas por el terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter que ocurrió el pasado 16 de abril en Ecuador.

Tras su primer día de reconocimiento de daños estructurales en la ciudad de Manta, Ecuador, el experto afirmó que las edificaciones de entre dos y cuatro pisos de altura fueron las más afectadas. Específicamente, aquellas construidas con bloques de mortero o arcilla, o en las que se presentaban sistemas de “viga-columna” de  concreto reforzado, así como las que contaban con muros de mampostería no reforzada.

“En general, el daño se concentró en los elementos no estructurales, por ejemplo, las particiones interiores y los muros de fachada que colapsaron dentro y fuera de las construcciones”, aseguró Arteta. Debido a sus evaluaciones, el ingeniero también reveló que aunque aquella era una zona de amenaza sísmica alta, no fue común encontrar edificaciones con sistemas competentes de resistencia sísmica.

En cuanto al tiempo que puede tardar la recuperación arquitectónica de la zona afectada por el sismo, Arteta señaló que esta dependerá de la magnitud del daño y de la intención política de cambio.

“Para recuperar una zona como la del centro de Manta, en Ecuador, hay que hacer una gran labor de limpieza que puede tardar al menos 3 semanas, luego habrá que demoler las edificaciones propensas a colapsar. La rapidez de la reconstrucción dependerá de la resiliencia económica de la comunidad y de la ayuda del Estado para llevarla a cabo”, consideró el experto.