Ciénaga de Mallorquín.
Ciénaga de Mallorquín.
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Unisimón

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Las amenazas que en 30 años han acechado a tres bosques de manglar en Atlántico y Bolívar

Investigadores de las universidades Simón Bolívar, de la Costa, de Cádiz (España) y la Escuela Naval analizaron la evolución de este ecosistema en las ciénagas de Mallorquín, El Totumo y La Virgen.

La deforestación es una de las principales causas de la degradación de los bosques de manglares en las ciénagas de Mallorquín, El Totumo y La Virgen, los más representativos de los departamentos de Atlántico y Bolívar.

Las alteraciones que durante 30 años (1985-2018) sufrieron esas zonas naturales fueron analizadas por investigadores de las universidades Simón Bolívar, de la Costa, de Cádiz (España) y la Escuela Naval de Suboficiales ‘ARC Barranquilla’, en el estudio titulado ‘Evolución y amenazas de los manglares en el mar Caribe colombiano’.

“Colombia tiene la tasa anual más alta de deforestación en Sudamérica, con valores entre 1.1% y 0.6% para el período 1980-1990 y 2000-2005, versus valores promedio de 0.69% y 0.18% observados en América del Sur”, advierte el trabajo publicado en abril pasado en revista científica suiza ‘Water’. (Para consultarlo: mdpi.com/2073-4441/12/4/1113)

Los resultados se dan a conocer para conmemorar este 26 de julio el Día Internacional de la Conservación del Ecosistema de Manglares. En Colombia hay unas 379 mil hectáreas en las costas del Caribe (87.000) y el Pacífico (292.000), donde hay ocho especies de manglares: Rhizophora mangle, Rhizophora harrisonii, Rhizophora racemosa, Laguncularia racemosa, Conocarpus erectus, Avicennia germinans, Avicennia harrisoni, Pelliciera rhizophorae y Mora oleífera.

Los autores de este análisis hacen parte del Centro de Investigaciones Marinas y Limnológicas del Caribe (Cicmar): los profesores de Unisimón, Hernando Sánchez Moreno, biólogo PhD. en Ciencias Naturales, y Hernando Bolívar Anillo, microbiólogo PhD. en Recursos Agroalimentarios; el suboficial de la Armada, Diego Villate Daza, especialista en Manejo Integrado de Zonas Costeras; por Unicosta, Luana Portz y Rogério Portantiolo, oceanólogos PhD. en Geociencias; y Giorgio Anfuso, geólogo PhD. en Ciencias del Mar, profesor del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Cádiz.

 Mallorquín: Bocas de Ceniza, sequía y crecimiento urbano

El estudio expone diversos factores que han modificado la composición de las tres ciénagas y sus bosques de manglares en beneficio de actividades humanas: obras viales, turismo, agricultura, ganadería o construcción de viviendas por parte de poblaciones vulnerables.

En Mallorquín, localizada a las afueras de Barranquilla (Atlántico), los cambios ocurrieron de manera particular por el crecimiento urbano a orillas de la parte sur del humedal: de 1998 a 2013 se perdieron alrededor de 51 hectáreas por tala ilegal, acumulación de desechos y trabajos de relleno artificial.

Los otros cambios sucedieron en el banco de arena que separa la ciénaga del mar Caribe: de 1939 a 1987 se erosionaron en promedio 65 metros al año, debido a la construcción del tajamar occidental de Bocas de Ceniza en la desembocadura del río Magdalena, que también disminuyó el suministro de agua dulce del río.

La sequía registrada entre octubre de 1997 y enero de 1998 por El Fenómeno del Niño impactó de igual manera las áreas de manglares en Mallorquín, El Totumo y La Virgen.

Evolución del bosque de manglar en la Ciénaga de Mallorquín: (a) 1985, (b) 1998, (c) 2013 y (d) 2018.

De 2013 a 2018, la cubierta de manglares en Mallorquín mejoró por la aparición de un segundo banco de arena que protegió su barra natural de la erosión. “Además, la recuperación podría estar relacionada con las campañas de reforestación llevadas a cabo por diferentes entidades y el mantenimiento de los diferentes canales que comunican la ciénaga con el río Magdalena. Actualmente se desarrolla un proyecto para declarar Mallorquín área protegida”, destaca el análisis.

El Totumo: intereses agrícolas y ganadería

La modificación de los dos bosques de manglares referenciados en el departamento de Bolívar se vincula con obras viales, expansión de la frontera agrícola, incremento de la ganadería extensiva, turismo y necesidades de familias en situación de pobreza.

En El Totumo, situada en el municipio Santa Catalina (Bolívar), el análisis cita que 5.209 hectáreas han sido taladas para la ganadería, 53.75 hectáreas son utilizadas para cultivos anuales o estacionales, 3.049 hectáreas en cultivos de pasturas y otras 155.82 hectáreas en acuicultura (cría de peces).

Evolución del bosque de manglar en la Ciénaga de Mallorquín: (a) 1985, (b) 1998, (c) 2013 y (d) 2018.

A raíz de que en 1970 se instalaron compuertas de 20 metros de ancho que limitaron la entrada natural de agua de mar, al lado Este de dichas compuertas se redujo la salinidad y se volvió un cuerpo de agua dulce donde predominan juncos y tarulla, gracias al aporte proveniente de cuatro arroyos. En el sector occidental, hacia Galerazamba, subsiste una franja de bosque de manglar, que se encuentra en condición de estrés por la alta salinidad.

“Los intereses económicos vinculados al mantenimiento de tales actividades (agrícolas y ganaderas) retienen las puertas para evitar la entrada de agua de mar, prohibiendo así la restauración del ecosistema original”, alertan los expertos.

La Virgen: carreteras, residuos y población vulnerable

Se encuentra al norte de Cartagena, la capital de Bolívar. Es uno de los humedales costeros más importantes de Colombia, con una superficie de 20 kilómetros cuadrados y 824 hectáreas de bosque de manglares de las especies Avicennia germinans (67%), Rhizophora mangle (30%), Laguncularia racemosa y Conocarpus erectus (3%).

Sus afectaciones han surgido por obras viales: la carretera que comunica a Cartagena y Barranquilla, que redujo el intercambio de agua con el mar Caribe a un punto en el sector La Boquilla; la pista de conexión del aeropuerto local, y el viaducto que pasa sobre sus aguas. Por este último, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales autorizó en 2015 la tala de 1.673 árboles, entre esos 1.158 manglares. “La empresa constructora tiene que compensar tales actuaciones creando una nueva área verde de 177 hectáreas, que podría en los próximos años aumentar la cobertura forestal total”, cita el estudio.

Evolución del bosque de manglar en la Ciénaga de La Virgen: (a) 1985, (b) 1998, (c) 2013 y (d) 2018.

La ciénaga recibe además alrededor del 60% de las aguas residuales de la ciudad, por lo que tiene problemas de eutrofización (acumulación de residuos humanos) y mortandad de peces; es sitio para recorridos ecoturísticos y cría de peces; y migrantes y desplazados de otras regiones colombianas y de Venezuela han talado bosque para levantar sus viviendas en sus orillas.
Los investigadores recomiendan a las autoridades ambientales estrategias que no solo protejan y recuperen los manglares. También es necesario crear conciencia en las poblaciones locales sobre su valor ecológico para que no sean considerados simples terrenos que deben adaptarse a usos lucrativos. “Los eventos de mortalidad asociados con el clima, por ejemplo, ciclones tropicales y fenómenos de El Niño y La Niña, podrían aumentar en los próximos años y los bosques de manglar podrían ser usados como importantes centinelas de los procesos de cambio climático global”.  

*Con información de Universidad Simón Bolívar

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