Imagen de la presentación en la Plaza de Tunja.
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Barranquilleros aportaron su experiencia y creatividad en la celebración del Bicentenario, en Boyacá

Liderados por Víctor Ariza, el mismo que dirigió la inauguración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2018.

Sentido de pertenencia, orgullo y nacionalismo, eso fue lo que sintió Víctor Ariza, director de la empresa Performa, al ver los majestuosos actos de celebración del Bicentenario de la Batalla de Boyacá.

Ariza, junto a un grupo de Barranquilleros, fue la representación de la Costa Caribe en la celebración de la Independencia. 

Aportaron su experiencia para organizar a la sinfónica Nacional de Colombia, el vídeo mapping en la Plaza de Tunja y los actos de protocolo en el puente de Boyaca.

"En el puente realizamos el diseño de producción cumpliendo con la tarea de brindar la mejor puesta en escena tanto para la televisión como para los 1.500 invitados especiales y la prensa nacional, en un espacio muy reducido con la presencia de 1.000 militares en escena y 450 artistas", expresó Ariza a Zona Cero. 

Agregó que el video mapping de 100 metros por 12 de altura, en la Plaza de Tunja, impresionó a los 10.000 asistentes. 

"Combinamos la proyección 3D, efectos especiales y un vuelo a 30 metros de altura de un cóndor Orinoco", explicó.

La empresa Performa fue la que diseñó y produjo el Bicentenario de Soledad y Barranquilla, las ceremonias de los Juegos Bolivarianos y Centroamericanos y del Caribe y la misa campal de Papa Francisco en Cartagena. 

"Con su equipo artístico, técnico y logístico se anotó otro evento para la historia de Colombia", indicó Víctor Ariza.

”Son muchas las horas de trabajo previo y siempre contra reloj, la ansiedad aumenta a medidas que se acerca el inicio del evento y del show, son muchas las tareas y herramientas que el equipo debe verificar y corregir antes de dar inicio. Son muchos equipos y sistemas que deben funcionar al tiempo para que todo salga bien", añadió.

Manifestó que cuando comenzó la proyección del video mapping, los siguientes 10 minutos fueron de euforia, pánico, alegría y luego calma, "y al final orgullo por poder enviar un mensaje claro y constructivo de una historia inspiradora de 200 años". 

"Un espectador me dijo que se sintió más colombiano que nunca y eso al final dan ganas de llorar. ¡Eso es lo que se siente!", finalizó.

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