Jarlan Barrera, jugador de Junior.
Jarlan Barrera, jugador de Junior.
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¿Jarlan Barrera saldrá de Junior como quiere, pero no como desea?

Todo parece indicar que las actitudes tomadas por el samario lo harán un futbolista desvalorizado.

Jugador de fútbol que no está en la cancha jugando es un propósito a medias, un oficio que carece de su razón de ser. Un futbolista que no juega, se acerca con el pasar de los días que no está en los estadios demostrando en su capacidad, en una ilusión. Mejor dicho, en una promesa que se terminó por no cumplir. Nada.

Es la situación a la que se aproxima el samario Jarlan Barrera, quien a sus 22 años, se plantea salir de una manera convulsa del Junior, único equipo donde se ha desempeñado como profesional y en el cual siempre se ha manejado con chispazos de talento, pero dejando siempre el sabor a deuda entre los hinchas que esperaron más de él.

Barrera, quien llegó al club por las recomendaciones hechas por el entonces técnico Alexis García, conduce su salida muy lejos de los felices términos con los que se acercó aquella mañana de 19 enero del 2013 al estadio Eduardo Santos de la capital del Magdalena para reunirse con el estratega, antes de un duelo de pretemporada que Junior le ganó 2-0 al Unión Magdalena.

Tras tener un buen paso por las inferiores, en los cuales disputó un título nacional sub-20, Jarlan recibió la oportunidad de manos de Julio Comesaña de llegar al equipo profesional, donde debutó en la Copa Colombia y marcó su primer gol ante el Deportivo Independiente Medellín.

Fue precisamente ante el DIM que Barrera marcó los dos goles más importantes de su carrera con Junior. El primero fue un tiro de media cancha, precisamente en la Copa Colombia de 2015, en donde Junior obtendría el título de ese torneo.

Barrera celebró ese gol, como tantos otros, besando el escudo del equipo en la camiseta y apretando el puño en dirección a los hinchas rojiblancos.  Fue por esa época en que la misma barra popular de Junior, el Frente Rojiblanco Sur, lo invitó para que alentara con ellos al equipo desde la grada.

Sin embargo, luego de lo que pareció ser un buen inicio para su carrera como el ‘10’ que finalmente iba a llenar la ausencia de un jugador como Giovanni Hernández, sobrevino sobre el samario en las dos siguientes temporadas una serie de circunstancias que lo dejaron en deuda con los hinchas.

Llegaría una lesión de rodilla en 2016 y sobre todo un cambio apreciable en su forma de ser dentro de la cancha, que hicieron a Barrera más un jugador de relleno que otra cosa. Terminó por no ser importante, un recambio más dentro del banquillo y en algún momento en blanco de críticas de los hinchas por su total displicencia para caminar en la cancha.

Jarlan volvería a coger fuerza, en medio de su irregularidad, a finales de 2017 cuando fue determinante en la obtención del único título que obtuvo el Junior de las grandes inversiones, con Teófilo Gutiérrez y Yimmi Chará en la plantilla.

En este contexto llegaría el segundo gol ‘consagratorio’, si cabe el término, del creativo en Junior. Se dio nuevamente ante el DIM y en el mismo torneo, pero esta vez en la final de 2017. Jarlan estaba siendo criticado y Comesaña, otra vez en el banquillo, le daría la confianza y el zurdo le marcó un golazo a David González, en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez. Junior volvería a gritar campeón.

Barrera volvería a dedicar otro gol consagratorio a esa hinchada que no se terminaba de convencer y que lo miraba y sentía con frío en la camiseta, porque en la mayoría de ocasiones le faltó fuego sagrado y sangre para dejar la vida en el campo.

Pueda que hoy en día, los altibajos en su carrera con Junior, expliquen la situación de porqué se quedó solo como una promesa más.

Jarlan Barrera se convirtió en el jugador que no jugaba. Un deportista que no tenía sentido, pronto la pasión expresada en sus festejos fueron cosa del pasado y hoy en día, debido a sus determinaciones, resulta increíble creer que en algún momento sí sintió ese amor desbordante por la camiseta.

El beso al escudo quedaba muy bien para la foto, pero tal parece que no era la realidad.

Durante este 2018, luego del desastre de marca mayor que fue el primer semestre donde todos y cada uno de los jugadores fracasaron en sus aspiraciones y donde el zurdo nuevamente no fue más que un relleno para la plantilla, pues al final de cuentas no aportó ninguna diferencia con su misma falta de adrenalina en los momentos determinante.

De hecho, falló varios cobros desde el punto penal de seguidos, en donde el más recordado fue ante el Palmeiras de Brasil, en Copa Libertadores. Jarlan tuvo en sus pies la opción de acortar el marcador y con una falta de garra y temple, desperdició el cobro.

De allí, muchos pidieron su salida del equipo para el segundo semestre. Hasta como un favor para el jugador, para que prestado en otro club, o tal vez vendido, pudiera volver a ser importante y más que un nombre anotado en una lista por llenar cupos.

Pero nuevamente, Comesaña, quien ya había confiado en él en dos ocasiones, lo volvió a tener para el semestre. Después de todo Jarlan era un activo de club, había que valorizarlo y teniendo en cuenta su ‘próxima’ renovación, caía bien darle minutos.

Barrera jugó. Y no lo hizo mal, le alcanzó hasta para ser de los más destacados y la gente se ilusionó con un ‘por fin’ despegue definitivo. Pero la cosa no iba por ese lado. El jugador tenía la cabeza en las letras y los números.

Jarlan tenía medido el fin de su contrato y su salida del equipo con sus derechos federativos debajo del brazo hace tiempo. Por eso siempre prefirió aplazar las conversaciones con los directivos. Tal vez, también por lo mismo mejoró en su juego, para buscar mercado a donde llegar.

Sin embargo, como se dice en el mundo del fútbol, ‘todo se pudrió’. Tras mucha insistencia, los directivos se dieron cuenta del juego de Barrera y que este ya tenía pensado irse del club que le abrió las puertas aquella mañana en Santa Marta.

De allí vino la determinación de no llevarlo a Tunja, las excusas de Jarlan asegurando que no sabía qué estaba pasando, en una cadena nacional, y la furia de Comesaña con el jugador que no jugaba, por no ser sincero en sus respuestas y comentar la verdad sobre sus intenciones de dejar a Junior sin ningún beneficio tras los años de formación e inversión.

Razón tiene Comesaña en su rabia con el ‘calidoso’ zurdo. Le pagó mal a la confianza de un entrenador que siempre lo respaldó. Se las ‘tiró de vivo’ a nivel nacional y el entrenador le respondió con los ‘taches arriba’ y lo dejó expuesto con sus mentiras. Todo se fue al "carajo"...

El panorama es claro. La confrontación con los directivos, el mal momento con Comesaña, su misma falta de compromiso sabiendo que pase lo que pase con Junior a final de semestre él se irá a un nuevo rumbo, y los rumores crecientes de que ya se encuentra negociando con otro club, hacen presagiar que terminará el año siendo un futbolista sin fútbol.

La falta de manejo del jugador va a desencadenar la peor de la situaciones para él: sí, con el pase bajo el brazo, pero con una tremenda desvalorización en su costo y como todo parece indicar, sin ningún ritmo de competencia. Esto sumado a su lesión de rodilla lo hacen una apuesta poco atractiva.

Barrera guarda silencio. Asume que no tiene nada que explicar. Zona Cero le mandó mensaje por WhatsApp para conocer su versión y sus planes y su respuesta fue: "No papi te lo agradezco pero yo estoy tranquilo no tengo nada de que hablar discúlpame papi" (SIC) La verdad es que sus actos son claros y cada quien podrá juzgar como se dieron las cosas. Lo cierto es que el creativo parece que seguirá siendo un jugador que no juega y que terminará en otro club como un futbolista que pudo ser y no quiso.

Esto último, hace que los hinchas ni se lamenten al conocer que el jugador se quiera ir, es más, muchos quieren que coja sus maletas rápido y con la adrenalina, que le faltó en muchos partidos, le diga adiós a Barranquilla. La puerta de atrás lo está esperando.